En esta nueva era en la que las alianzas "se tambalean", fundamentalmente por el giro de timón imprimido desde enero por el republicano Donald Trump en su regreso a la presidencia de Estados Unidos, el Ejecutivo comunitario se ha marcado como rumbo invertir en seguridad, mejorar la competitividad y apostar por abrirse al mundo.
"Tiempos extraordinarios requieren medidas extraordinarias", dijo el pasado domingo Von der Leyen al destacar los hitos de estos cien días, en los que se incluyen dos que el Ejecutivo comunitario presenta hoy: un reglamento para aumentar y acelerar los retornos de los migrantes que no tienen derecho a pedir protección en la UE y una ley sobre medicamentos críticos para reducir la dependencia con Asia.
Rearme por seguridad y como impulso económico
El alejamiento de Trump de los aliados europeos y de Ucrania, así como la recuperación de los contactos entre Washington y Rusia, han actuado como espoleta en el club comunitario en el área de defensa.
La Comisión Europea presentó la semana pasada un plan para rearmar la Unión Europea con el que espera que se movilicen cerca de 800,000 millones de euros, que incluye un nuevo instrumento financiero con 150,000 millones que proporcionará a los Estados miembros préstamos respaldados por el presupuesto de la UE para realizar inversiones.
El plan apuesta por la flexibilización de las reglas de control del déficit público, de modo que inversiones en defensa queden excluidas del cálculo del déficit, así como la posibilidad de usar programas de la política de cohesión para incrementar el gasto en defensa. Se fija también en el capital privado y en las contribuciones que puede realizar el Banco Europeo de Inversiones.
La semana próxima, la Comisión tiene que concretar el plan en propuestas legislativas antes de la cumbre del 20 y 21 de marzo, así como presentar su libro blanco sobre la defensa.
Mejorar la competitividad y reducir la burocracia
En materia económica, la Comisión se centró en el arranque de su andadura en el impulso a la competitividad económica del bloque para recuperar terreno frente a China y Estados Unidos, asunto central de la agenda comunitaria en los últimos meses pero que gana aún más relevancia ante el recrudecimiento proteccionista de Trump.
La piedra angular es el Pacto de Industria Limpia, la hoja de ruta con la que Bruselas apuesta por aunar reindustrialización y descarbonización del continente y que se centra en apoyar a las industrias de alto consumo energético y a las tecnologías limpias.
Para ello prevé suavizar las reglas de ayudas de Estado para facilitar que los países den apoyo público, les insta a adoptar incentivos fiscales sobre todo para abaratar los precios de la energía, y plantea introducir una preferencia europea en las licitaciones públicas en sectores estratégicos para potenciar la industria local, así como acelerar la concesión de permisos para proyectos de reducción de emisiones.
También el 26 de febrero, Bruselas presentó dos iniciativas para simplificar la regulación comunitaria con el fin de recortar en un 25 % las cargas administrativas para las empresas, y un 35 % para las pymes, consideradas uno de los principales frenos a la competitividad de las firmas europeas.
En esta primera ola de simplificación se han suavizado sobre todo las reglas de sostenibilidad, reduciendo las obligaciones de información para las empresas y el alcance del arancel climático, lo que le ha valido críticas de ONG y sindicatos que lo consideran un paso atrás en la agenda verde de la UE.
Diálogos sectoriales: coches, acero y agricultura
Von der Leyen empezó con el sector agrícola, siguió con el del automóvil y ahora está con el siderúrgico. Tres diálogos estratégicos a los que seguirán otros con el fin de elaborar planes de acción.
Presentada el 5 de marzo, la hoja de ruta para la industria automotriz propone extender hasta 2027 la obligación de los fabricantes de coches de reducir un 15 % el CO2 que emitan sus flotas en 2025, así como medidas proteccionistas que endurezcan las condiciones para la inversión extranjera en el sector europeo y también incentivos y normas para que los vehículos contengan un alto porcentaje de componentes fabricados en Europa.
En el ámbito agrícola, la Comisión presentó en febrero la Visión sobre la Agricultura y los Alimentos, un documento en el que Bruselas plantea su compromiso con el futuro del sector agroalimentario en los Veintisiete, y avanzó que la Política Agrícola Común (PAC) posterior a 2027 estará orientada "hacia incentivos".
Y el 19 de marzo próximo, Bruselas tiene previsto presentar su plan de acción para el sector siderúrgico, sobre el que pende la espada de Damocles de los aranceles del 25 % anunciados por Trump a las importaciones de acero y aluminio y que deberían entrar en vigor este miércoles.
Mano tendida a Estados Unidos y apertura al mundo
Frente al proteccionismo de la nueva administración de EE. UU., potencia a la que Bruselas sigue considerando aliada, la Comisión se ha lanzado a construir nuevas alianzas y fortalecer las antiguas.
Von der Leyen destacó los acuerdos recientes con Mercosur, México o Suiza y el potencial de cooperar con Reino Unido, Noruega o Canadá en materia de defensa.