"Quien se vale de prejuicios y argumenta de manera populista daña en su conjunto las ideas europeas y con ello a todos", afirmó al rotativo.
Desde 2007 Rumanía y Bulgaria son miembros de la Unión Europea (UE) lo que implica que sus ciudadanos pueden viajar y vivir en cualquiera de los 28 Estados miembros, pero se les impuso una serie de limitaciones para poder trabajar en ellos. Sin embargo, a partir del 1 de enero, las restricciones se levantarán, lo que ha provocado el temor de los alemanes a verse inundados por mano de obra de esos países.
"No creo que se vaya a producir un notable movimiento migratorio", aseguró Naidenov. "El derecho a poder trabajar en otros países es uno de los principios básicos de la UE", recordó el embajador. "Ahora debemos tener los mismos derechos y responsabilidades que se les aplican al resto de países miembros", agregó.
En Alemania existen ya reglas para intentar minimizar posibles abusos del sistema social del país. "Yo también soy de la opinión de que un uso inapropiado del sistema social debe estar penalizado", indicó el embajador búlgaro.
La Unión Social Cristiana (CSU), la hermano bávaro de la Unión Cristiano Demócrata (CDU) de la canciller Angela Merkel, lleva un tiempo pintando los peores escenarios posibles y alertando de la oleada de inmigrantes de esos países, sobre todo, al sistema social alemán.
La vicepresidente de la Asociación de Sindicatos Alemanes (DGB), Annelie Buntenbach, recriminó a la CSU su "campaña de ataques verbales". "No hay razón alguna para pensar en escenarios horribles", declaró al diario "Neues Deutschland".
Alemania necesita la mano de obra de otros países. De acuerdo a la Asociación de la Industria Alemana (BDI) el país perderá 6,5 millones de trabajadores hasta el año 2020.
"Si queremos seguir manteniendo nuestro fuerte crecimiento deberemos traer mano de obra cualificada del extranjero", aseguró el presidente de la BDI, Ulrich Grillo. "Y estas personas deberán tener la posibilidad de poder integrarse", agregó.