"Kazajistán, pese a su compleja posición geográfica y esta vecindad, demostró durante los últimos meses tener una posición firme en cuanto a conservar el orden que permitió décadas de paz. Es algo que merece respeto", afirmó la jefa de la diplomática alemana en una rueda de prensa junto a su homólogo kazajo, Mujtar Tleuberdi.
Baerbock recordó que su visita a Astaná "tiene lugar en momentos en que hay una guerra en Europa".
"En el marco de nuestras conversaciones (con Tleuberdi) escuchamos que los efectos de esta guerra también se perciben en Asia Central", observó.
La jefa de la diplomacia alemana constató que la frontera terrestre entre Kazajistán y Rusia supera los 7.500 kilómetros, siendo la más extensa a nivel mundial.
"Ustedes tienen relaciones económicas estrechas (con Rusia), pero durante ocho meses han experimentado en varias ocasiones y por diversos motivos el cese del tránsito de petróleo a través del mar Negro", añadió.
Baerbock citó los debates llevados a cabo en la ONU, donde se cuestionó "si queremos vivir en base a normas fiables, si podemos permitir que el más fuerte impusiese su discurso y los países menos grandes tuvieran que callar".
"Se trata de conservar el orden gracias al cual vivimos en paz durante décadas y que es provechoso para todos los que no son una potencia armada hasta los dientes o los que tienen un vecino poderoso", añadió.
La ministra alemana también se refirió a la posibilidad de que Rusia intente evadir las sanciones impuestas por Occidente mediante la reexportación de sus mercancías a través de Kazajistán y Uzbekistán, al señalar que "los intereses económicos no deben ir en contra de las leyes".
"El beneficio (económico) a corto plazo se puede alcanzar si no se cumplen las reglas generalmente aceptadas, pero a largo plazo eso implicará pérdidas para cualquier empresa, por lo que los intereses económicos deben ir de la mano con el Estado de derecho", argumentó.
Aunque Kazajistán es uno de los principales aliados de Rusia, con la que comparte membresía en la Comunidad de Estados Independientes (CEI) y la postsoviética Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), entre otras, Astaná ha tratado de mantenerse al margen del conflicto ucraniano.
Una posición que se hizo patente en junio pasado, cuando el presidente kazajo, Kasim-Yomart Tokáyev, afirmó que su país no reconocerá a las separatistas repúblicas populares de Lugansk y Donetsk, posteriormente anexionadas por Rusia.