Abanderado del partido Unión Patriótica, el docente, de 66 años de edad, ha defendido en todos los debates a los regímenes de Corea del Norte y Venezuela, los que a su juicio son “democracias populares” que están “felizmente alejadas del imperialismo” de Estados Unidos.
Y han sido precisamente esos temas lo que han generado mayor polémica, sobre todo cuando se le consulta si traerá esos modelos a Chile si es que gana las elecciones presidenciales para “refundar” este país de la mano de los trabajadores.
No sin molestia cuando es consultado por periodistas, el abanderado de Unión Patriótica suele calificar como “caricaturas” las preguntas respecto a eventuales “importaciones” de los modelos norcoreano y venezolano y ha reiterado que cada país debe implementar una solución propia a sus problemas.
En sus exposiciones públicas, el candidato se define como “la única alternativa real de izquierda en Chile” y define a la gobernante Nueva Mayoría y al izquierdista Frente Amplio como conglomerados “que no tienen nada de izquierda” y que incluso obedecerían a la “derecha oligárquica”.
Admirador del fallecido presidente Salvador Allende (1970-1973), Artés Brichetti, le quiere devolver el poder a los trabajadores y nacionalizar una serie de empresas claves para el desempeño económico de esta nación sudamericana.
Drástico en sus planteamientos y controversial en sus ideas, lo que ha quedado de manifiesto en todos los debates donde ha participado, el candidato de la “ultra-izquierda”, como algunos sectores políticos lo definen, es partidario de una Asamblea Constituyente para terminar con la actual Carta Magna.
De cuerdo al docente, su candidatura presidencial “nace y se construye desde la demanda popular” con el objetivo de transformar a Chile en un país “centrado en los trabajadores, en las mayorías, en los pueblos”.
Un eventual “gobierno patriótico popular”, Artés Brichetti nacionalizaría todos los recursos naturales y las instituciones financieras pasarían a manos del Estado para ser gestionadas conforme un plan de desarrollo y construcción nacional.
También plantea la repatriación de todos los fondos y capitales que empresas y particulares tienen depositados en el extranjero para colocarlos “en beneficio del desarrollo social y económico de sus creadores y verdaderos dueños, los trabajadores y pueblos de Chile”.
Artés Brichetti nació en 1951 en San Vicente de Tagua Tagua, localidad distante 143 kilómetros al sur de Santiago, y durante su juventud se desempeñó como obrero metalúrgico, mientras que por las noches asistía al liceo para cursar su escolaridad.
En 1976 se tituló como profesor de Educación Básica en la Universidad Técnica del Estado (UTE), actual Universidad de Santiago, y está casado legalmente con María Angélica Ibáñez, con quien tuvo dos hijas, aunque está separado de hecho desde hace más de 10 años.
Ejerció por más de 30 años la docencia en la comuna de Cerro Navia, en el sector poniente de la capital chilena, por lo que dice hablar desde la experiencia y el conocimiento cuando se le consulta por temas educacionales.
En 1979 fue cofundador del Partido Comunista Chileno (Acción Proletaria), desempañándose como secretario político del Comité Central del mismo.
Uno de los puntos altos de su carrera política se produjo en 2005, cuando postuló al Senado en forma independiente y sólo obtuvo un 3.8 por ciento de los votos, mientras que en 2009 fracasó el proyecto de presentarlo legalmente como candidato presidencial.
En 2015 se convirtió en presidente de Unión Patriótica (UPA), la cual lo respaldó en su intención de convertirse en presidente el próximo 19 de noviembre, al igual que el Partido Comunista Chileno (Acción Proletaria), del cual es su secretario general.
Marcó su gran diferencia con el oficialista Partido Comunista de Chile en 2005, cuando esa colectividad llamó a votar por la mandataria Michelle Bachelet en la segunda vuelta de la elección presidencial de ese año.
La más reciente encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) le otorgó a Artés Brichetti un apoyo de un 0.1 por ciento, el cual está concentrado en los sectores socio-económicos más bajos de este país sudamericano.
La empresa Cadem, mientras, le otorga un respaldo de un 0.5 por ciento y prevé que en los próximos comicios presidenciales no debería obtener más de un 0.8 por ciento ni menos de un 0.2 por ciento.