Si a esa medida le sumamos muchas otras que podemos implementar en el hogar de manera sencilla y cotidiana, generaríamos el ahorro suficiente para mejorar el abasto en las regiones que más lo necesitan y se mejoraría la calidad de vida, pues el acceso al agua marca la diferencia en cuestiones fundamentales como la salud y el bienestar.
Por ello, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) ratifica su llamado a todas las personas a que adopten prácticas cotidianas para cuidar el agua, durante su aseo personal. Algunas de esas son:
1.- No dejar correr el agua cuando se quiere llenar el lavabo con agua tibia. Es mejor colocar un tapón y comenzar a llenarlo con el agua fría; cuando salga el agua caliente, se templará.
2.- Usar un cepillo, un estropajo o frotar las manos para quitar la mugre. Si se espera a que sólo la fuerza del agua lo haga, se genera un desperdicio.
3.- Enjuagar la navaja de afeitar o el rastrillo en un recipiente con agua, en lugar de hacerlo bajo el chorro de agua.
Otras medidas fundamentales para el ahorro del agua están relacionadas con el uso y la limpieza del inodoro. Se recomienda:
A.- Instalar inodoros de bajo consumo de agua (algunos usan sólo 6 litros por descarga), en lugar de los tradicionales, que, por lo menos, usan 16 litros por descarga.
B.- Vigilar periódicamente el estado de los aditamentos del inodoro, como el flotador y las válvulas de admisión y de sellado, para evitar que haya derrames.
C.- Descargar el inodoro sólo cuando es necesario. Se recomienda arrojar papeles o colillas de cigarro al cesto de la basura para evitar descargas adicionales.
Al bañarse también se puede ahorrar agua de manera sencilla. Para ello se recomienda:
A.- Tomar duchas breves y cerrar las llaves mientras se usa jabón o champú.
B.- Colectar el agua fría que sale de la regadera mientras sale el agua caliente y aprovecharla para regar las plantas, lavar pisos o descargar el inodoro.
C.- Instalar dispositivos ahorradores como reductores o economizadores de flujo para regaderas, llaves diseñadas para bajar
el consumo, mezcladoras para cocina, aditamentos para inodoros y tuberías, y aereadores.
Con acciones de ese tipo cada persona puede contribuir a reducir la demanda de agua de primer uso y, así, ayudar a que se
reduzca la explotación de los acuíferos, que deben ser una reserva estratégica para el beneficio de las futuras generaciones.
Si nos sumamos a esas prácticas generamos una cultura del agua que ayude a enfrentar de mejor manera los efectos del cambio climático, principalmente las sequías excepcionales, en las zonas de mayor concentración urbana.