Más poder para la canciller de Europa: el año que eternizó a Merkel

La historia europea recordará 2013 como el año que elevó a Angela Merkel a la categoría de mito. La canciller alemana fue el único líder del continente que se vio beneficiado por la crisis. Su arrasadora victoria en las elecciones de septiembre dejó sólo una duda: ¿Qué debe esperar Europa de su nuevo gobierno?

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La canciller alemana, Angela Merkel.

"Hoy podemos celebrar un resultado extraordinario", dijo la cristianodemócrata (CDU) la noche del 22 de septiembre en la sede del partido, celebrando un triunfo electoral que le daba un poder inédito para un canciller alemán. Partidarios, medios y hasta rivales se atrevieron a describir lo ocurrido con otro adjetivo: histórico.

La CDU rozó la mayoría absoluta con un 41.5 por ciento de los votos, su mejor resultado desde la reunificacion alemana en 1990. Merkel se convirtió a sus 59 años en la tercera canciller en lograr un tercer mandato, una hazaña conseguida hasta ahora sólo por los míticos Konrad Adenauer y Helmut Kohl, también cristianodemócratas.

"República Merkel", tituló el semanario alemán Der Spiegel al día siguiente de las elecciones. "Ésta es la edad de Merkel", consideró el británico The Guardian. El francés Le Figaro observó que la canciller tenía "la ambición de hacer historia" y que este año comenzaba a escribirla en grande.

El aura histórica del triunfo contrastó con una campaña letárgica y vacía de temas de fondo. Una Merkel casi ausente se limitó a sacar provecho de su enorme popularidad -basada sobre todo en su gestión de la crisis europea- y a disfrutar de los accidentes de su principal rival, el socialdemócrata (SPD) Peer Steinbrück.

El ex ministro de Finanzas fue incapaz de plantar temas propios de debate y se enredó en sus propias salidas de tono. Días antes de las elecciones, con los sondeos pronosticando la debacle del SPD, apareció en la portada de una revista levantando el dedo mayor en un gesto obsceno. El manotazo de ahogado no atenuó su derrota.

Pero la política es caprichosa: el desastre del Partido Liberal, que quedó por debajo del cinco por ciento mínimo para entrar en el Parlamento, dejó a Merkel sin su "socio natural" de gobierno. Pese a haber logrado su victoria más aplastante, la canciller tuvo que trabajar más que nunca para encontrar un nuevo socio de gobierno.

El diálogo con Los Verdes fracasó y Merkel quedó en manos del SPD. Cinco semanas de negociaciones maratónicas acabaron con un acuerdo para formar una nueva "gran coalición" entre la CDU y el SPD como la del primer gobierno de Merkel (2005-2009) e impulsaron el surgimiento de un nuevo peso pesado en la política alemana: Sigmar Gabriel, presidente del SPD y ahora vicecanciller en el nuevo gobierno.

"La política europea será una de las principales tareas del nuevo periodo legislativo", formuló Merkel este miércoles inaugurando su tercer mandato en el Parlamento. Un día antes, su nueva "gran coalición" había sido votada por un 74 por ciento de los diputados, el mayor apoyo a un gobierno de la República Federal Alemana.

Las primeras 24 horas del nuevo Ejecutivo de Merkel permitieron anticipar lo que modificará la entrada de los socialdemócratas de Gabriel en el gabinete: prácticamente nada.

La declaración de la canciller ante el Parlamento, centrada en Europa, abundó en ideas conocidas. Merkel celebró progresos y felicitó a España e Irlanda por su salida de los programas de ayuda europeos, pero advirtió que aún queda mucho por hacer e insistió en pedir a los países en crisis más reformas. "La credibilidad de Europa sufrió demasiadas veces por compromisos no cumplidos", avisó.

Doce horas más tarde, el todopoderoso ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, imponía a sus pares del euro el modelo alemán del mecanismo para liquidar bancos europeos en crisis, mucho menos ambicioso que el proyecto original. La prudencia y los temores de Berlín siguen ralentizando el paso de la integración europea.

Si Adenauer condujo a una Alemania aún devastada por la guerra y Kohl logró su reunificación, Merkel podría pasar a la historia junto a ellos como la canciller que evita la ruptura de Europa y termina de concretar su unidad política. Pero los primeros pasos de su tercer mandato dejaron claro que incluso en esa búsqueda mantendrá su enfoque pragmático y orientado al interés nacional de Alemania.

Tampoco lo modificarán los socialdemócratas, que ya en la anterior legislatura apoyaron toda decisión de política europea adoptada por Merkel. El partido no logró ahora desplazar a Schäuble del Ministerio de Finanzas y se conformó con ocupar carteras de corte social como Trabajo, Medio Ambiente, Familia o Justicia.

Será en ese ámbito donde se produzcan las novedades del nuevo gobierno alemán: los socialdemócratas impusieron a Merkel reivindicaciones como la creación de un salario mínimo nacional, mejoras en las pensiones, más inversión en infraestructuras o la doble nacionalidad para hijos de extranjeros.

Queda por ver cuánto durará la sintonía de un gabinete integrado por rivales -lo normal sería que Gabriel fuese candidato a canciller del SPD en las elecciones de 2017- y cómo funcionará un país con una oposición casi testimonial que apenas suma el 20 por ciento del Parlamento. Alemania afronta cuatro años apasionantes llenos de incógnitas políticas.