Alegres y nostálgicos, fieles vieron partir a pontífice a Ciudad Juárez

El avión en el que el Papa Francisco viaja a Ciudad Juárez, Chihuahua, despegó de la Ciudad de México ante miradas alegres y otras nostálgicas de los capitalinos, que estaban en el aeropuerto capitalino para despedir al jerarca católico, en su último día de visita al país.

Sobre una cuadra de la Avenida Santos Dumont (de Lebrija a Villasaña) el número de policías capitalinos, oficiales de la Gendarmería federal y de las Fuerzas Armadas compitió con el de feligreses, que eran cientos, y fueron más conforme se acercó la hora del paso del pontífice.

Casi no había niños, sólo adultos, los de más avanzada edad llegaron más temprano, antes de las 6:00 de la mañana, quienes vieron el amanecer envueltos en cobijas a la espera del instante en que Francisco pasaría frente a ellos.

"Pobrecitos", se compadecieron unas señoras bien abrigadas, que miraron a los policías al otro lado de la avenida, "quién sabe a qué hora llegaron". "Al menos ya les está dando el solecito", agregó otra.

Los feligreses y curiosos compraron atoles a 11 pesos y dos fotos del "mensajero de paz" por 10 pesos.

En la colonia Guadalupe Inn, donde se ubica la nunciatura apostólica y donde el jerarca católico durmió cinco noches, los banderines costaban 20 pesos, pero en la colonia Aviación Civil y en el Metro Pantitlán valían 10 pesos.

Hubo un silencio inusual a lo largo de las avenidas que rodean la zona de Hangares del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, la Terminal Dos estuvo abierta, algunas personas llegaron a pie arrastrando sus maletas rodeando las vallas hasta encontrar una abertura para cruzar la calle.

De repente, unos motores a lo lejos quebraron el silencio e hicieron vibrar el pavimento, la gente se emocionó pero no era el Papa, se trataba de camionetas blancas de algún otro personaje escoltadas por motopatrullas.

"Todavía no sale", informó una señora que siguió por la radio la ruta del jerarca de la Iglesia Católica.

Los rumores llegaron a Pantitlán, que si va a pie, que si ya salió, que si va en papamóvil, que si saludó a un enfermo, que si ya se cambió de auto.

Un grupo de mormones con destino a Bolivia no sabía si caminar o esperar a que pasara la comitiva papal. "Faltan cinco minutos para que pase" dijo un policía, y decidieron esperar pues traían mucho equipaje.

A las 8:25 pasó el fugaz convoy papal, la gente agitó sus banderines, y no pudieron evitar exclamar "ah" con desencanto una vez que pasó.

"Pasó muy rápido" fue la opinión general. "Queríamos que pasara en papamóvil y nos diera su bendición, pero entendemos que lo entretuvieron y que ya se le hacía tarde, sabíamos que iba a pasar rápido", aseguró la señora Leticia Hurtado a nombre de sus amigas, todas habitantes de Ciudad Nezahualcóyotl, en el Estado de México.

Por lo demás se sintieron satisfechas y consideraron que la visita fue maravillosa, pues lo vieron llegar y también en el Zócalo. "Es el Papa del pueblo, su mensaje no es sólo para los obispos y monjas, es para el pueblo" aseguró.

Así, casi con la misma brevedad del paso del convoy papal, la gente se fue, los policías retiraron las vallas y en menos de cinco minutos la circulación se restableció, así como la ciudad volvió a la vida habitual.