Participan mexicanos en exposición en honor al Papa

El arte de México cuenta con exponentes de talla internacional y por eso El Vaticano seleccionó a dos de ellos como parte de una exposición en honor al Papa Benedicto XVI y que sólo incluyó a 60 artistas del mundo.

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El Vaticano seleccionó a los mexicanos, Gustavo Aceves (pintor y escultor) y Leandro Espinosa (compositor), como parte de una exposición en honor al Papa Benedicto XVI y que sólo incluyó a 60 artistas del mundo.

En entrevistas, tanto Gustavo Aceves (pintor y escultor) como Leandro Espinosa (compositor) relataron sus experiencias al participar en la muestra “El esplendor de la verdad, la belleza de la caridad”, abierta en el Aula Pablo VI de la Sede Apostólica.

En esa exhibición, dedicada al 60 aniversario de sacerdocio de Joseph Ratzinger, los artistas mexicanos comparten cartel con algunos de sus colegas de gran fama como el compositor y premio Oscar, Ennio Morricone, o el premiado arquitecto Santiago Calatrava.

Aceves, quien expuso una peculiar obra de arte (un Cristo que rompe un velo y del cual sólo se puede observar parte de su pie), dijo sentirse –más que un artista- un representante “del México creyente” que rinde un homenaje al Papa.

Residente en París pero con intención de mudarse a la región de la Toscana, en Italia, el escultor es un “viejo conocido” del Vaticano ya que asistió al primer encuentro de Benedicto XVI con artistas en la Capilla Sixtina, en noviembre de 2009.

En aquella oportunidad el obispo de Roma propuso la apertura de una nueva etapa de diálogo entre el arte y la Iglesia católica, espacios que se alejaron hasta contraponerse en el siglo XX.

“Hoy estoy convencido que la propuesta del Papa en este momento es muy sabia e inteligente, en tanto que la divulgación del evangelio actualmente ha caído y ha sido desplazada por ejemplo por los musulmanes”, consideró Aceves.

“Entendió la necesidad de retomar lo que ha creado la Iglesia, no sólo religiosa sino también culturalmente, para volver a recuperar una fuerza que se ha ido diluyendo. Este vínculo entre arte y religión es una buena vía de reencuentro y de poner un dique a la barbarie”, apuntó.

Según el artista mexicano, la Iglesia católica debe perder el miedo y dejar de pensar que los artistas aprovecharán cualquier oportunidad para ser irreverentes y provocar cierto escándalo, porque no es así.

El maestro Leandro Espinosa, director musical de la Gran Orquesta Sinfónica de la Eastern Oregon University (Estados Unidos) y autor de una entera misa en siete u ocho movimientos de música clásica fue el otro seleccionado para la exposición.

El mexicano forma parte de un reducido número de compositores en el mundo que cuentan con una misa completa entre sus obras, una inquietud –escribir música sagrada- que inició en su juventud y lo mantuvo ocupado durante más de 30 años.

“En Inglaterra se enojaban y me decían: los compositores no deben hacer música sagrada. Pero existimos personas que tenemos la convicción de la importancia del espíritu y no queremos que se olviden las artes en la espiritualidad”, explicó.

Originario de Monterrey, Espinosa es parte de una familia de músicos dedicados al estilo popular. Pese a formar parte de ese mundo, gracias a los espectáculos de sus padres, desde pequeño “escuchaba” un órgano en su cabeza: así nació su vocación de compositor.

Estudió música en su ciudad natal, en México y en Europa. Escribió cuatro ballets ejecutados en Bélgica y Holanda además de ser el autor de la ópera Ifigenia Cruel. En Estados Unidos recorrió con su música Florida, Kansas City y Oregon, donde actualmente reside.

Gracias a un concierto cancelado en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México y reprogramado en Roma, Espinosa fue conocido en el Instituto Pontificio de Música Sagrada: así comenzó a ser apreciado también en El Vaticano.

Este incidente le permitió cumplir su sueño: componer una misa que dedicó al santo italiano Bernardo Tolomei. “Jamás pensé que el Papa iba a recibir una cosa que pensé desde chico”, reconoció.

“Este Papa es un filósofo, él nos da la definición más perfecta del arte: viendo con Dios la creación e identificando aquello que quiere surgir de la materia, es el secreto del arte. El Papa es un sabio, con su visión me siento comprendido”, ponderó.

“La cultura no puede cambiar si las artes están fuera, si las artes están confundidas la cultura va a terminar mal. Primero debemos establecer un contacto con lo espiritual, enderezar las artes y entonces la cultura puede mejorar”, sostuvo.