Al frente de la Orquesta Divan Oriente Occidente y bajo rígidas restricciones de aforo -apenas 200 espectadores, menos de un tercio del aforo de la sala-, Barenboim retomó la programación de esa sala, interrumpida desde el 11 de marzo a causa de la pandemia del coronavirus.
El concierto con la Orquesta Divan, creada en 1999 en la ciudad de Weimar (este de Alemania) y actualmente con sede en Sevilla, iba a celebrarse originalmente este viernes en la Waldbühne, el gran auditorio junto al estadio olímpico berlinés, con capacidad para 20,000 asistentes y en formato de picnic colectivo.
La tradicional serie de conciertos de agosto de la Waldbühne fue cancelada, también a causa de la pandemia, tras lo que se "readaptó" el concierto previsto a las posibilidades de la "Pierre Boulez Saal". Es decir, un auditorio de 680 butacas inaugurado en 2017, diseñado por el arquitecto estadounidense Frank Gehry y centro de la Academia de Música.
La sala Pierre Boulez es el corazón de la "Akademie" para jóvenes músicos de Oriente Medio, un proyecto impulsado personalmente por Barenboim. Está instalado en un edificio adyacente de la Staatsoper Unter den Linden, de la que es director musical desde 1992.
En lugar de un concierto al aire libre se cambió el formato a tres -uno el jueves y otros dos este viernes-, cada uno de ellos con unos 200 asistentes, convenientemente distanciados entre sí y también de los miembros de la orquesta.
Los tres conciertos están dedicados a la población de Beirut, de nuevo castigada por la devastadora explosión del pasado 4 de agosto, que dejó más de 170 muertos y unos 6,000 heridos.
Las tres galas son de una fuerte carga emocional tanto para el maestro como para sus jóvenes integrantes de la Divan. El programa arrancó con la Sinfonía de Cámara para 15 músicos, de Arnold Schönberg, un compositor especialmente querido por Barenboim.
Le siguió un "Memorial" para flauta de Boulez, también en formato de orquesta reducida, a lo que siguió el "Idilio de Sigfrido", pieza clave de la ópera de Richard Wagner, el genio al que Barenboim rinde devoción.
Ahí la orquesta se amplió hasta los 60 miembros. Los músicos -procedentes de Israel, países árabes, Turquía, Irán y España- quedaron repartidos estratégicamente en la sala de acuerdo a las normas del distanciamiento físico.
La última pieza, la "Gran Fuga" de Ludwig van Beethoven, terminó con el público puesto en pie y signos de reconocimiento entre los asistentes, Barenboim y sus músicos, por una reapertura bajo el signo de la pandemia y en formato reducido.