Verdades incómodas: Las tres "ilusiones" de la economía alemana

¿Por qué los alemanes sobrevaloran su economía y necesitan a Europa? Marcel Fratzscher, uno de los principales economistas del país, intenta dar respuesta a esta pregunta y abrir los ojos a los que piensan que Alemania ha dejado de ser "la enferma de Europa" para convertirse en "la superestrella".

En su libro "La ilusión alemana", publicado hoy por la editorial Hanser, el presidente del Instituto de Investigación Económica (DIW) desglosa los principales problemas de la economía alemana y establece un diagnóstico: Alemania es víctima de tres ilusiones.

Al considerado como el segundo economista más importante del país por el diario alemán "Frankfurter Allgemeine Zeitung" -por detrás del omnipresente presidente del Ifo, Hans-Werner Sinn- le gusta proponer un acertijo al público durante sus conferencias.

"¿A ver si adivinan de qué país estoy hablando? Se trata de un país que desde el cambio de milenio ha crecido menos que la media de los países de la eurozona, en sus empresas la productividad sólo ha aumentado ligeramente y dos de cada tres trabajadores tienen hoy un salario más bajo que en el año 2000".

Portugal o Italia suelen ser las respuestas más habituales. Sin embargo, para sorpresa de los presentes, el país con el balance económico más débil es: Alemania.

"Los alemanes hemos olvidado demasiado fácilmente que nuestro país fue considerado 'el hombre enfermo de Europa' hace sólo diez años", recuerda el también presidente del Consejo de Inversiones, encargado de asesorar al Ministerio de Economía alemán.

La primera ilusión que padecen los alemanes es que "el futuro económico está asegurado porque la política económica en Alemania fue y es extraordinaria. Esto es un espejismo. Se ignoran las debilidades fundamentales de la economía alemana y no se reconoce que el país vive de las rentas".

Los buenos datos del mercado laboral y las sólidas finanzas estatales hablan de una economía fuerte. En eso está de acuerdo Fratzscher, pero en su opinión no se ha producido ningún "milagro en el empleo".

La cuota de desempleo se ha reducido, pero por otro lado ha aumentado "dramáticamente" el número de trabajos temporales, que ha pasado desde 1.3 millones en 1996 hasta los 2.7 millones actuales.

A lo largo de su libro, el economista da una larga lista de verdades incómodas sobre la situación real de la economía germana, lejos de la brillante imagen a la que están acostumbrados los teutones.

El mal rendimiento de la economía alemana es, en gran medida, resultado de su débil desarrollo productivo. "La causa se encuentra en las escasas inversiones, de las más bajas de todos los países industrializados", alerta.

A principios de 1990, Alemania invertía un 23 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB) en nuevas carreteras, cableado telefónico, universidades o en fábricas. Actualmente esta cifra no pasa del 17 por ciento. "Inversiones bajas limitan el rendimiento de la economía y producen un bajo crecimiento y salarios".

De acuerdo a datos del DIW, entre 1999 y 2012 faltaron en Alemania inversiones por cerca de un tres por ciento del PIB. En ningún otro país de la Unión Europea este agujero fue tan grande en ese periodo.

Sólo para mantener el statu quo, el Estado alemán y las empresas del país deberían gastar 103,000 millones de euros más al año que ahora.

"Con la Agenda 2010 se trataba de sanear el sistema social. Hoy se trata de gastar más para asegurar el futuro", indicó por su parte la revista alemana "Der Spiegel", en un número dedicado a advertir de los peligros que entraña la política actual del gobierno alemán empeñado en reducir el gasto al mínimo para lograr unos presupuestos para 2015 sin nueva deuda por primera vez desde 1969.

Desde el gobierno, el vicecanciller y ministro de Economía, Sigmar Gabriel, calificó recientemente esta debilidad inversionista como la "mayor amenaza" para la competitividad futura.

La segunda ilusión se centra en la relación de Alemania en Europa y su papel en el euro. Para el economista de 43 años, la mayor economía europea es "la gran beneficiaria" de la eurozona. Para ello recuerda la fuerte subida del comercio alemán tras la introducción del euro.

"Los vecinos europeos seguirán siendo durante largo tiempo nuestros socios más importantes. La afirmación de que el futuro económico se encuentra fuera de Europa es falso", afirma. Su veredicto: Alemania necesita Europa, tanto política como económicamente.

Y la tercera ilusión es la visión germana de que Alemania es el país que más paga del continente y que Europa sólo quiere su dinero.

"Muchos creen que lo que es bueno para Europa, es malo para Alemania. A los alemanes nos gusta vernos en el papel de víctimas de Europa e ignoramos los muchos beneficios que Europa nos da, a pesar de los costes y riesgos", indica. "No es ninguna víctima".

Para el diario económico alemán "Handelsblatt" se trata en definitiva de "un libro valiente", ya sólo por el hecho de presentar una tesis claramente contraria al consenso económico en Alemania. "El libro de Fratzscher podría cambiar la imagen que los alemanes tienen de ellos mismos".(DPA)