Los mandatarios de Australia, China, Corea del Sur, Japón, India, Nueva Zelanda y los diez miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) -Birmania, Brunéi, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam- tienen programada el próximo lunes una reunión para finiquitar este colosal pacto que aunaría cerca de un tercio del PIB mundial.
Los líderes coincidirán en la cumbre del bloque del Sudeste Asiático, que arrancó este jueves en Bangkok con reuniones de altos funcionarios y a las que se sumarán entre el sábado y el lunes los presidentes y primeros ministros.
Hasta el momento están completadas las negociaciones de 16 de los 20 capítulos del acuerdo comercial, apuntó en octubre Jurin Laksanawisit, ministro de Comercio de Tailandia, país que este año alberga la presidencia del foro regional de la ASEAN.
Los líderes políticos renovaron a mediados de año su compromiso de acabar para noviembre el enorme acuerdo, que después deberá ser ratificado por sus respectivos parlamentos.
La ausencia del presidente estadounidense, Donald Trump, es la ausencia más destacada en el foro regional de Sudeste Asiático.
UN MERCADO DEL 47% DE LA POBLACIÓN MUNDIAL
El RCEP, cuyas negociaciones se iniciaron de manera formal en la cumbre de la ASEAN de 2012 celebrada en Camboya, engloba una población de 3.400 millones de personas -el 47 % de la población mundial- y un Producto Interior Bruto de 22,6 billones de dólares (20,6 billones de euros) -o el 32,2 % del PIB mundial-.
Además de aglutinar el 29 % del actual comercio mundial y el 32,5 % de la inversión mundial.
Con economías con un sólido crecimiento, donde destacan la china y la india, el grupo alcanzaría los 100 billones de dólares (90 billones de euros) para 2050, conforme a la estimación de la consultora británica PricewaterhaouseCoopers.
De prosperar el acuerdo, que deberá ser ratificado en 2020 por los parlamentos de los diferentes países, eliminará tarifas aduaneras a más del 90 por ciento de los bienes comerciados entre los socios.
El pacto también cubre el comercio de bienes y servicios, inversiones, intercambio de propiedad intelectual, así como mecanismos para resolver las posibles disputas que surjan.
El mayor de los desafíos, apunta el economista tailandés Piti Sangam, de la universidad de Chulalornkong, será ver cómo se implementa el tratado en los diferentes países dada la diferencia en desarrollo económico y sociocultural entre naciones tan dispares como, por ejemplo, Laos y Australia.
UNA NEGOCIACIÓN SIN FIN
A pesar de los grandes datos que presenta el megatratado, las negociaciones han sido lentas y complicadas y desde hace ya cinco años las dirigentes políticos de las naciones implicadas aseguran reiteradamente estar cerca de alcanzar un acuerdo, para al final postergarlo al año siguiente.
Entre los obstáculos que han impedido el avance, se encuentran los temores del Gobierno indio a que el RCEP acabe dañando la manufactura local e India se vea inundada por productos fabricados en China.
Pekín sugirió, a fin de avanzar con el acuerdo, dejar que India se asocie en una etapa posterior del RCEP, una opción que descarta el economista tailandés ya que entonces el pacto quedaría notablemente mermado.
Australia y Nueva Zelanda, además, han expresado sus preocupaciones por la falta de regulación y derechos de los trabajadores y las débiles leyes de protección medioambiental en algunos de los países.
Las crecientes tensiones comerciales entre Japón y Corea del Sur, también podrían ser un factor que haga descarrilar el RCEP, que además carece de disposiciones para la liberalización de empresas estatales.
CHINA VS EEUU
La Asociación Económica Integral Regional surgió como la respuesta de Pekín al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), amparado por Washington y cuyas negociaciones se completaron en octubre de 2015.
La llegada de Trump a la Casa Blanca, el 20 de enero de 2017, supuso un cambio hacia el proteccionismo en la política económica de EEUU y cuatro días después de entrar al Despacho Oval firmó la orden para retirar al país norteamericano del TPP.
En el actual contexto de incertidumbre en la economía global marcado por la guerra comercial entre Estados Unidos y China, Pekín intenta ocupar el hueco dejado por Washington y se ha erigido como uno de los más firmes defensores del multilateralismo económico.