La compañía tuvo un segundo trimestre de año corriente especialmente bueno, con un beneficio neto de 2,786 millones de dólares, que contrastan con los 5,237 millones de pérdida registrados entre abril y junio de 2019.
La demanda de detergentes, papel higiénico, limpiadores y desinfectantes durante lo peor de la pandemia de la COVID-19 llevó a los ingresos por ventas a incrementarse un 4 % hasta los 17,700 millones de dólares, con lo que el beneficio operativo pasó de hundirse en 5,192 millones en el segundo trimestre de 2019 a tener un beneficio de casi 3,500 millones de dólares.
El beneficio por acción a finales de junio, cuando la compañía cierra su año fiscal, fue de 1.10 dólares, frente a las pérdidas de 2.12 dólares de hace un año.
En el total del año fiscal las ventas aumentaron un 5 % hasta los 70,950 millones de dólares, con un beneficio operativo de casi el triple que en el ejercicio anterior (15,706 millones de dólares) y un beneficio neto más de cuatro veces mayor, hasta los 13,103 millones, frente a los 3,966 millones de año fiscal 2019.
La compañía adelantó hoy que espera un nuevo ejercicio con un crecimiento moderado de entre el 2 y el 4 % debido a la incertidumbre que sigue generando la pandemia, especialmente en países en desarrollo.
"En general, las necesidades de los consumidores en salud, higiene y limpieza han cambiado para siempre. Es difícil imaginarse que volveremos sin más al mundo de antes", aseguró el director financiero de la multinacional, Jon Moeller.
No obstante, las perspectivas de P&G siguen siendo complicadas debido a que los consumidores siguen pudiendo optar a alternativas más baratas a sus productos, aunque el consejero delegado de la compañía, David Taylor, fue optimista hoy: "a diferencia de antes, tenemos un portafolio de productos mucho más amplio".
P&G compite con otros gigantes que han conseguido aumentar las ventas durante la pandemia como Kimberly-Clark o Clorox.
La acción de P&G se revalorizó un 1.5 % a la apertura de Wall Street tras la presentación de resultados y pese a que la tónica general era a la baja por los malos datos del PIB estadounidense, que se desplomó casi 33 % en el segundo trimestre.