El servicio de estudios del BBVA señala que la actividad en el área del euro decrecerá en la primera mitad de este año e irá mejorando progresivamente en la segunda parte -gracias al descenso del diferencial de la deuda soberana-, una tendencia que continuará en 2013 hasta acabar el año en un crecimiento del 1 por ciento del PIB.
El informe destaca que estas previsiones dependen de una rápida resolución de la crisis y de una notable reducción de las tensiones financieras, que tendrían un efecto importante en el crecimiento.
Asimismo, recalca que seguirán las diferencias entre algunos países europeos, como muestra el hecho de que en 2012, Alemania (0.5 por ciento) y Francia (0.2 por ciento) crecerán, frente a la caída de las economías de Italia (1.5 por ciento) y España (1.3 por ciento), debido al ajuste fiscal llevado a cabo en estos países.
El BBVA sugiere tres líneas de acción para resolver la crisis en Europa.
Así, destaca la deuda soberana y la necesidad de que se clarifique la solvencia de Grecia y añade la importancia de que se establezcan cortafuegos para evitar el contagio a otros países.
En segundo lugar, defiende que continúen las reformas macroeconómicas con el fin de que se incremente el crecimiento y que mejoren su papel las instituciones financieras con el suministro de crédito al sector privado.
Por último, pide que se refuerce la unión monetaria y que se establezca con claridad el camino para lograr la unión fiscal.
Junto con estos tres puntos, el informe incide en que sería muy beneficioso que en la cumbre europea de marzo se aprobara el pacto para reforzar la disciplina fiscal, que pretende obligar a los países que lo ratifiquen a incluir de manera vinculante en sus legislaciones la llamada "regla de oro", destinada a limitar el déficit estructural anual al 0.5 por ciento del PIB.
En cuanto a la economía mundial, el BBVA rebaja 0.6 puntos porcentuales su previsión de crecimiento para 2012, hasta el 3.5 por ciento, y recorta 0.3 puntos porcentuales la de 2013, al 4.1 por ciento, en un entorno en el que los países emergentes tirarán de la economía pero con menor intensidad.