Las pérdidas de la primera mitad del ejercicio anunciadas por el grupo europeo este jueves, que integran cargos por 900 millones de euros relacionados con la COVID-19, se pueden comparar con los 1,197 millones de beneficios que había conseguido en el mismo periodo de 2019, pero no son tan dramáticos como los 3,004 millones de dólares negativos que ha tenido que encajar su rival estadounidense Boeing.
El resultado neto operativo (Ebit) ajustado consolidado de Airbus, un indicador que excluye elementos no recurrentes, cayó hasta los 945 millones negativos, frente a los 2,093 millones positivos en los seis primeros meses de 2019.
Eso refleja, sobre todo, el hundimiento de las entregas de aviones comerciales porque las compañías aéreas no han querido integrar nuevos aparatos a sus flotas cuando las tenían prácticamente en su totalidad en tierra bloqueadas por la pandemia.
El fabricante europeo entregó entre enero y junio 196 unidades, frente a los 389 del primer semestre del pasado año. Hasta finales de junio, se habían quedado pendientes de entrega unos 145 aparatos. Y la paralización de la actividad ha tenido igualmente un efecto directo en los nuevos encargos.
Es verdad que los 298 pedidos del primer semestre no desmerecen, teniendo en cuenta que habían sido 88 en el periodo equivalente de 2019, pero hay que observar cómo se repartieron en el tiempo, y ver que en el segundo trimestre no hubo más que 8.
La facturación semestral globalmente sufrió un bajón del 39 % hasta 18,948 millones de euros, lo que refleja el vuelco en el negocio de los aviones comerciales, el principal para Airbus, con un descalabro del 48 % a 12,533 millones.
La bajada fue mucho más contenida en la división de helicópteros (2 % a 2,333 millones) y en las actividades espaciales y de defensa (9 % a 4,551 millones).
Ante la actitud de las aerolíneas, reacias a recibir nuevos aviones cuando no pueden siquiera poner en servicio los que ya componen sus flotas, Airbus en abril anunció que iba a reducir su cadencia de producción un tercio. Este jueves presentó un ligero ajuste en el ritmo de ensamblaje de su modelo A350, que pasa de seis a cinco unidades al mes "por el momento".
Para hacer frente a ese giro del mercado, hace ahora un mes también manifestó su intención de suprimir 15,000 empleos en todo el mundo, lo que representaría más del 11 % de su plantilla mundial.
Aunque todavía no se pueda concretar el monto definitivo, la empresa avanzó que cuando se den las condiciones tendrá que encajar en sus cuentas una provisión para financiar esa reestructuración que se situará entre 1,200 y 1,600 millones de euros.
El consejero delegado, Guillaume Faury, contó que negocian con los representantes de los trabajadores y con los gobiernos de los países afectados para "limitar los efectos sociales de ese plan" y quiso dar cierta esperanza al mostrar su convicción de que el sector se recuperará y de que hay que estar preparados para eso.
Airbus, en cualquier caso, no ha querido dar previsiones sobre sus resultados ante el alto grado de incertidumbre. Faury reconoció que no se puede esperar un incremento de la producción ni este año ni a comienzos de 2021. Y que cuando llegue, primero serán los aviones de pasillo único, utilizados para vuelos de corta y media distancia.
Uno de los objetivos que sí se ha marcado claramente la compañía es paralizar el consumo de efectivo en el segundo semestre, más allá de las operaciones de fusiones y adquisiciones y de la financiación de clientes.
Hay que tener en cuenta que durante la primera mitad del año, la empresa utilizó 12,440 millones de euros de efectivo, frente a 3,981 millones en la primera mitad de 2019.
Sobre la modificación de las condiciones de los créditos reembolsables que recibe de Francia y España para el programa del A350 anunciada la semana pasada, el consejero delegado subrayó que no se trata de una propuesta con la que Airbus busque negociar una salida al contencioso abierto entre la Unión Europea y Estados Unidos en la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Faury aseguró que con las nuevas condiciones, que elevan los tipos de interés que su grupo tiene que pagar por esos préstamos, ya no hay dudas de que cumplen totalmente los requerimientos de la OMC.
De forma que el contencioso, que permite a Estados Unidos -autorizado por la OMC- imponer miles de millones de dólares en aranceles a los productos europeos, lo considera "inapropiado", sobre todo en el contexto de crisis actual.