La balanza comercial fue deficitaria debido a la persistente fortaleza del yen, el panorama desalentador de la economía global y la desaceleración de las exportaciones, que en enero cayeron un 9.3 por ciento interanual hasta los 4.51 billones de yenes (42,975 millones de euros).
Las importaciones japonesas, en cambio, aumentaron en enero un 9.8 por ciento interanual hasta situarse en los 5.98 billones de yenes (56,982 millones de euros), según un informe preliminar presentado por el Ministerio de Finanzas japonés.
En las importaciones destaca el aumento de compra de recursos energéticos tras la crisis nuclear en la central de Fukushima Daiichi, que crecieron un 23.6 por ciento interanual hasta los 2.07 billones de yenes (19,772 millones de euros).
Por regiones, el intercambio comercial del país asiático con China marcó un déficit récord de 587,900 millones de yenes (5,602 millones de euros) en enero, lastrado por la caída de las exportaciones un 20.1 por ciento interanual hasta los 741,264 millones de yenes (7,063 millones de euros).
Por su parte, con la Unión Europea (UE) registró un superávit del 98.9 por ciento interanual hasta los 689,000 millones de yenes (6,565 millones de euros), al igual que con Estados Unidos que registró una balanza positiva de 265,342 millones de yenes (2,528 millones de euros), un 7.6 por ciento menos que en enero del año pasado.
Hace apenas un mes Japón anunció un déficit comercial en 2011 de 2.49 billones de yenes (23,726 millones de euros), lo que supone el primer saldo negativo anual en más de 31 años.
En 2011 la balanza comercial registró una caída de las exportaciones del 2.7 por ciento con respecto a 2010 hasta los 65.55 billones de yenes (624,615 millones de euros), mientras que las importaciones aumentaron el 12 por ciento hasta los 68.05 billones de yenes (648,437 millones de euros).
El déficit de 2011 se debe al menor ritmo de las exportaciones, muy afectadas por el terremoto y tsunami de marzo de 2011, que paralizó las cadenas de suministros, y por las graves inundaciones en Tailandia, en las que muchas plantas japonesas, sobre todo de fabricantes de automóviles, resultaron seriamente dañadas.