Con esta fórmula, las naciones latinoamericanas y caribeñas fortalecerán sus mercados al poner en práctica la cooperación mutua y potenciar el intercambio comercial de productos alimentarios, y otros insumos que afecten, de manera directa o indirecta, a cualquier eslabón de la cadena que repercuta en la superación de la vulnerabilidad que afecta a la región.
Según explicó a EFE el secretario permanente del SELA, Clarems Endara, para llegar a este punto y ver las fórmulas más adecuadas, es necesario poner el foco en tres indicadores fundamentales de los que depende la seguridad alimentaria que se pretende alcanzar: el comercio, las plagas en cultivos y enfermedades en animales, y el cambio climático.
Estos indicadores deben ser vistos país por país, para, posteriormente, valorarlos en conjunto y ver cómo funcionan como región, entendiendo que cada nación tiene unas circunstancias diferentes, con debilidades y fortalezas muy dispares.
No obstante, incluso los países más favorecidos se ven afectados por las carencias de sus vecinos regionales, un problema cuya solución estaría más cerca fortaleciendo una agenda regional para caminar conjuntamente hacia la integración, en la que, según Endara, se ha avanzado, pero todavía queda "mucho que valorar y mucho que converger".
Y la integración depende, fundamentalmente, de la voluntad de los países, ya que el trabajo requiere de una amplia cooperación para que las autoridades competentes brinden datos precisos que permitan identificar las necesidades y hacer más eficiente la colaboración regional que garantice la aplicación de programas estables y sostenibles. ÁMBITO COMERCIAL
Este indicador reporta cuán vulnerable es un país en relación a la falta de una producción específica. Una vez estudiada la situación, el SELA trata de explicar lo valioso de una articulación productiva que permita ver insumos o productos en la propia región, sin recurrir a mercados de otros continentes.
Entonces, hay que evaluar y analizar en profundidad si un país compra todo lo que consume o en qué porcentaje depende del comercio interno o externo para garantizar la seguridad alimentaria.
Si, en algún caso, aun siendo grandes productores de alimentos, se exporta todo, es complicado lograr que cada país pueda tener un equilibrio al respecto, explicó Endara, quien confirmó que este asunto se ha abordado con entes especializados y, después de una gran evaluación, se ha concluido que la región es superavitaria en el comercio exterior de alimentos, pero deficitaria en fertilizantes.
Detalló que el 78 % de los fertilizantes utilizados en la agricultura de Latinoamérica y Caribe son importados, con lo que se plantean "serios problemas" para mantener la seguridad alimentaria en la región.
Para compensar esto, el SELA sugiere estudiar de dónde se pueden sacar parte de estos fertilizantes en la propia región, para así reducir la importación de un elemento tan necesario. Pero, una vez más, es imprescindible apostar por la integración y la cooperación real entre países para poder hacer efectiva la idea mediante un mecanismo cooperativo.PLAGAS EN PLANTAS Y ANIMALES, EL GRAN ENEMIGO
Las plagas y las enfermedades animales son una amenaza real que puede acabar, en cuestión de poco tiempo, con cultivos o con explotaciones ganaderas completas, con el riesgo adicional de transmitir, a gran velocidad, el daño a otras especies.
Un ejemplo de esto la peste porcina africana, que ha determinado la eliminación de cerdos, decenios atrás, en República Dominicana y Cuba, con grandes consecuencias en su economía y en su equilibrio alimenticio.
O el caso más reciente del fosarium, una enfermedad que ataca a las plantas de los bananos y a todos los tipos de plátanos que hay en la región, por lo que, tan solo cuatro brotes podrían terminar, en cinco años, las principales plantaciones de exportación y de consumo en Latinoamérica.
Y aquí también la integración juega un importante papel, ya que, si con un plaguicida, insecticida o fármaco veterinario -en el caso de los animales- se logra atajar el problema antes de que se extienda, el beneficio repercutirá en toda la región. Pero, quizás, el país afectado no cuenta con el producto, mientras que su vecino sí lo tiene.
Entonces, para poder poner coto al contagio, la nación que lo posee debe aportarlo, eligiendo el camino integrador, en beneficio del bien común.EL CAMBIO CLIMÁTICO Y LA PREVENCIÓN
Los desastres meteorológicos provocados por el cambio climático son cada vez más habituales y la tendencia va "in crescendo", por lo que es urgente buscar soluciones cooperativas para contar con sistemas de prevención y alerta temprana.
La mayoría de países de Latinoamérica y el Caribe no tienen este tipo de satélites o equipos que se anticipen a un acontecimiento climático adverso, como inundaciones o tifones, o a eventos como terremotos.
No obstante, otros cuentan con sistemas de alcance para dar cobertura, incluso, a naciones vecinas, algo que, aun siendo posible, no se lleva a la práctica. Si se logran alcanzar acuerdos basados en la integración, los aparatos podrán ser compartidos, brindando apoyo a quienes carecen de ellos.
A medio o largo plazo, el país receptor podrá, tal vez, compensar al benefactor de maneras diversas, como el suministro de fertilizantes, de plaguicidas o, incluso, de granos básicos, procedentes de cultivos que ha logrado salvar gracias a la alerta detectada con el satélite o sistema del país vecino.
De este modo, se reduce la vulnerabilidad alimentaria al no perder cultivos completos por haberse adelantado al evento y poner medios para salvar la mayor parte posible de los productos sembrados.
El SELA reitera que esto es "tan simple como hacer el intercambio pero, lograr la confianza de las autoridades de los distintos países para que esto ocurra, sí es el trabajo más largo y complejo". Y es ahí donde el organismo integrador se emplea a fondo.