En un comunicado, la compañía informó de que su facturación operativa neta aumentó un 5 % interanual, hasta 10,980 millones de dólares.
Por categorías, la de refrescos con soda creció un 3 % entre enero y marzo gracias a la buena marcha del negocio en Asia y Latinoamérica, que en parte fue contrarrestado por el cierre del negocio en Rusia. En concreto, la bebida estrella Coca-Cola creció un 3 %, mientras que la Coca-Cola Zero Sugar lo hizo un 8 %, reflejando un crecimiento en todas las áreas geográficas.
Por otra parte, la categoría de agua, café y té creció un 5 %. Solo el agua aumentó un 5 % gracias al crecimiento en las regiones de Asia-Pacífico y Latinoamérica.
Coca-Cola también reportó que la venta de sus bebidas deportivas se redujo un 1 %, sobre todo por las caídas de Bodyarmor y Powerade en Estados Unidos. La venta de té también cayó un 3 %, por el desplome de Dogadan, que se vio impactada por el terremoto que golpeó Turquía en febrero.
El segmento del café experimentó un crecimiento del 9 %, especialmente por la buena marcha de la cadena Costa café en el Reino Unido y China.
El máximo ejecutivo de Coca-Cola, James Quincey, aseguró en el comunicado que los resultados muestran la "resiliencia" de la compañía en un entorno "que se mantiene dinámico".
"La alineación de nuestro sistema es más sólida que nunca, y nuestra organización en red nos permite adaptarnos cuando es necesario. Seguimos invirtiendo a largo plazo, reforzando nuestras capacidades para generar valor sostenible para nuestros accionistas", dijo Quincey que también mostró su confianza en que la empresa pueda cumplir sus objetivos para 2023.
La empresa mantuvo sus previsiones de negocio para el conjunto del ejercicio, por lo que espera que sus ingresos orgánicos crezcan en 2023 entre un 7 % y un 8 % respecto a 2023.
Los resultados fueron mejores de lo esperado y Coca-Cola subía un 1.7 % en las operaciones previas a la apertura de Wall Street.