En una entrevista con Efe con motivo de la publicación en español de su libro "La hora de la verdad", sentado en un sofá en el restaurante de un pintoresco hotel de Beirut, Ghosn se aferra al habitual silencio sobre su hollywoodiense huida y afirma que en la cárcel llegó a "perder la esperanza pero no la fe".
El exdirectivo llega unos minutos antes de la hora pactada al hotel, situado a apenas un par de cientos de metros de la casa en la que presuntamente reside en un barrio cristiano del corazón de la capital libanesa, cuya propiedad se disputa con Nissan.
A finales de 2018, el también exjefe de la alianza entre Renault, Nissan y Mitsubishi fue arrestado en el archipiélago asiático por ocultar a las autoridades una serie de compensaciones pactadas con Nissan Motor entre 2011 y 2018, que serían abonadas después de su jubilación, por valor de unos 73 millones de euros.
Desde entonces, ha mantenido siempre que fue víctima de un "golpe de Estado" por parte de la gente de Nissan.
CASOS JUDICIALES EN VARIOS PAÍSES
"Hay una única razón por la que fui arrestado, que es la misma por la que Greg Kelly (exmiembro del consejo de administración de Nissan) sigue aún hoy en Japón y por la que está siendo juzgado: es que no declaré una compensación que no estaba ni decidida ni pagada", argumenta Ghosn.
A su juicio, fue encarcelado bajo ese pretexto para ganar tiempo "porque querían encontrar algo más, sabían que esto no iba a ser suficiente" y, de hecho, "buscaron e inventaron nuevos cargos por la simple razón de que no me querían en Japón y no querían que hablase".
Actualmente también hay abiertas contra él instrucciones penales en Francia por tráfico de influencias, malversación y corrupción, por la distribución de fondos de la alianza; y por malversación, apropiación indebida y blanqueo, en relación con unas fiestas organizadas a cuenta de Renault en el Palacio de Versalles.
Asimismo, las autoridades galas investigan el traslado de su residencia fiscal a Holanda, donde está domiciliada la sociedad que rige la alianza entre Renault y Nissan y donde está en curso otro juicio.
"Me estoy defendiendo en Holanda, en Francia, espero que algún día en Líbano, contra un sistema que está amañado, en el que las acusaciones fueron inventadas por una razón muy simple: nunca pensaron que escaparía, nadie escapa de Japón", declara el poderoso hombre de negocios francés, brasileño y libanés.
"ELLOS"
En su libro, Ghosn señala directamente a la gente de Nissan y a la oficina del procurador de Tokio, aunque durante la entrevista sólo habla de "ellos" sin identificarlos.
Según el exdirectivo "ellos" tenían un plan que finalmente fracasó: "Le arrestamos y tenemos todo nuestro tiempo para arrojarle un montón de acusaciones y luego estará allí 10, 15, 20 años y la historia se olvida".
Pero "afortunadamente para mi, pude escapar y hablar sobre mi caso".
Sin embargo, como ha venido haciendo una y otra vez, se niega a conversar sobre cómo escapó de su arresto domiciliario en Japón, presuntamente tomando un tren bala a Osaka y ocultándose en una maleta para después viajar en un avión privado con destino a Estambul (Turquía) y posteriormente a Beirut.
SILENCIO Y CAUTELA
"No voy a hablar de mi fuga porque todavía creo que la gente que participó en ella pueden en cierto modo sufrir la ira de las autoridades japonesas", explica.
Su café americano y su botella de agua reposan intactos sobre la mesa, mientras enumera las razones para ser "cauto".
En primer lugar, emisión de alertas rojas contra él y su esposa por parte de la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol) y la autorización de extradición de personas "sospechosas" de haberle ayudado a fugarse por parte de Estados Unidos.
Le parece "increíble" especialmente después de que el mes pasado un grupo de trabajo de la ONU concluyese que su privación de libertad durante dos periodos entre 2018 y 2019 fue "arbitraria" y contravino artículos de tratados internacionales.
SU MUJER, UN PILAR FUNDAMENTAL
¿Por qué huyó a Beirut? El exdirectivo no duda: "Porque mi mujer estaba en el Líbano".
Denuncia que las autoridades niponas no le permitían hablar con su mujer, Carole, ni siquiera por teléfono, alegando que podría "influenciar a los testigos" o "alterar las pruebas", algo que considera "ridículo" ya que sí pudo ver a amigos y a otros familiares como su hermana o sus hijos.
"Sabían que esta relación era muy sólida y querían ponerme en una situación en la que perdiese cualquier fortaleza que tuviese para defenderme, porque finalmente querían una confesión", afirma, aunque dice que nunca pensó en "confesar algo que no era verdad", tal y como sugirió su primer equipo de abogados.
En "La hora de la verdad", describe su tiempo en prisión, donde pasó 130 días en total, como una época dura y sombría en la que no vio a ningún otro preso, pasó mucho tiempo solo "con una gran sensación de abandono" e incluso "tocó fondo" antes de volverse a levantar.
"Llegué a perder la esperanza, pero no la fe", concluye Ghosn antes de levantarse del sofá rojo.