En el país norteamericano las entidades crediticias vieron alentada su recuperación luego de la quiebra de Lehman gracias al dinero barato del banco central, e incluso volvieron a conseguir grandes ganancias. Actualmente en la Bolsa las acciones bancarias despiertan la demandada y la confianza parece haber vuelto a los mercados.
También contribuyó a la recuperación una política de medidas rigurosas y estrictos test de estrés (pruebas de resistencia bancaria). Europa fue mucho más cuidadosa en eso, con la consecuencia de que muchos inversionistas aún no confían en los bancos, algo que la nueva supervigilancia del Banco Central Europeo (BCE) se propone mejorar.
Luego de que la crisis financiera alcanzara su momento culminante con el colapso del banco de inversiones Lehman Brothers hacia fines de 2008, el gobierno estadounidense empujó a las grandes entidades a hacerse rápidamente de nuevo capital. Aquellas que no podían conseguir dinero en el mercado debieron aceptar gigantescas ayudas estatales. Al mismo tiempo, los estadounidenses forzaron la liquidación de entidades pequeñas, incapaces de continuar. Y así fue como desaparecieron alrededor de 500 bancos, estima el presidente del Instituto Alemán de Investigación Económica DIW, Marcel Fratzscher.
Estados Unidos acompañó esas medidas con tests de estrés que se llevan adelante regularmente con el objetivo de evaluar los puntos débiles de los bancos y poner a prueba su capacidad de resistencia ante nuevas crisis. A través de esas evaluaciones los supervisores lograron detectar algunos agujeros gigantescos. En la primera prueba de resistencia realizada en la primavera (boreal) de 2009 se constató la falta de casi 75,000 millones de dólares, y casi la mitad de dicho faltante se registraba en el Bank of America. Las entidades en rojo fueron obligadas a cubrir rápidamente los baches.
Desde la crisis Estados Unidos somete a los bancos todos los años a este tipo de evaluaciones. Y más de una vez se producen sorpresas desagradables. Por ejemplo, en el caso del Citigroup y del Bank of America los supervisores consideraron que el colchón de capital no era suficiente, por lo cual las entidades tuvieron que aplazar planes de dividendos. Fue un golpe duro en un país en el que el "shareholder value", el aumento del valor bursátil en interés de los accionistas, se tiene en alta estima. Pero las cotizaciones sufrieron sólo brevemente. A largo plazo, la confianza de los inversionistas creció.
Del lado europeo del Atlántico, la política se manejó de un modo claramente más indulgente con los bancos, en parte porque muchas entidades tienen grandes cantidades de bonos públicos. De haber caído los bancos, la crisis por la deuda se habría agravado aún más.
De este modo, los tests de resistencia efectuados hasta ahora fueron considerados muy laxos y eso lleva a que los bancos europeos sigan generando hasta el día de hoy gran desconfianza en los mercados. Son pocos los que tuvieron que abandonar el mercado, apunta el jefe del DIW, Fratzscher, en septiembre. Pero, señala el especialista, algunos se mantienen a flote únicamente por las ayudas del BCE, lo que además les complica la vida a los bancos que no tienen ese mismo tipo de problemas.
Ahora, por fin, el BCE regulará estos aspectos. A pesar de todos los conflictos de intereses que pueda tener en su papel de guardián de la estabilidad de los precios y en las nuevas funciones como supervisor supremo sobre las entidades financieras, los expertos creen que el BCE tendrá la firmeza suficiente para llevar a cabo las pruebas.
Algunos analistas, por ejemplo del estadounidense JPMorgan, ya han alentado la nueva etapa. "El test de estrés del BCE debería ser un acontecimiento positivo", escribieron en un estudio para el cual revisaron las pruebas en base a sus propios modelos. Su conclusión: las acciones de los bancos europeos podrían aumentar tras darse a conocer los resultados oficiales el 26 de octubre. (DPA)