En un comunicado, la compañía resaltó que la inmovilización supone "un tremendo impacto" en sus operaciones ya que se traduce en la cancelación de entre 100 y 150 vuelos por día desde que la Autoridad Federal de Aviación (FAA) ordenase el 8 de enero dejar en tierra todos los Boeing de ese modelo.
El 5 de enero, un avión de ese modelo MAX 9 perdió parte del fuselaje en pleno vuelo y tuvo que retornar de urgencia al aeropuerto de salida en Portland, sin que hubiera que lamentar víctimas entre los pasajeros y la tripulación, aunque el incidente desató un enorme pánico.
Alaska Airlines, que tiene todavía otros 166 Boeing 737 en funcionamiento (de distinto modelo), señaló que ha enviado hasta ahora todos los datos requeridos por la FAA y está esperando "los próximos pasos" de la autoridad hasta recibir luz verde para poder poner a volar los aviones del modelo MAX 9.
En realidad, el anuncio de Alaska no es sino un mero cumplimiento de las órdenes de la FAA, que aún no ha levantado el veto temporal al modelo MAX 9: ayer recordó en un comunicado que "la seguridad del público que vuela, y no la velocidad, determinará el calendario de retorno de estas aeronaves al servicio".