El consejero delegado, Guillaume Faury, explicó este miércoles al presentar los resultados trimestrales que la prioridad es contener las pérdidas de liquidez y que, aunque hasta ahora no se han producido cancelaciones de encargos en relación con la pandemia, muchas aerolíneas están pidiendo aplazamientos de entregas.
"Es la gran cuestión por el momento", en particular cuánto tiempo va a durar, señaló en una conferencia telefónica Faury, que dijo que espera que la situación pueda estabilizarse en junio para entonces reajustar la producción.
A finales de marzo se decidió disminuir en un tercio la fabricación de aviones respecto al ritmo anterior y eso se está traduciendo en la presentación de planes de paro parcial (ERTE) en los países donde tiene sus fábricas.
Se han anunciado dispositivos de ese tipo para 3.200 empleados en el Reino Unido, 3,000 en Francia (aunque esa cifra debe subir hasta unos 7,000), 1,200 en España y en Alemania se están preparando.
"Es muy difícil decir cuándo llegará la recuperación y con qué ritmo", admitió Faury antes de mostrarse relativamente optimista sobre la posibilidad de que "rápidamente" pueda volverse a un ritmo de producción equivalente al que había antes de la crisis.
Hasta que eso llegue, en medio de "la crisis más grave" que ha vivido el sector aeroespacial, "uno de los mayores riesgos" para Airbus es la quiebra de sus proveedores, y por eso su estrategia pasa por cuidar todo el ecosistema empresarial que le rodea.
El año 2020 había empezado bien para Airbus, pero las cosas se torcieron rápidamente con la propagación de la pandemia, que está afectando de forma muy particular al sector aéreo. Eso se refleja en su cuenta trimestral de resultados, negativa, que contrasta con los 40 millones de beneficios obtenidos de enero a marzo de 2019.
El resultado neto operativo (ebit) descendió un 56 % en el primer trimestre respecto al mismo periodo del pasado año a 79 millones de euros y la facturación un 15 % a 10,631 millones.
La razón hay que buscarla, en primer lugar, en un número de entregas de aviones (122) netamente inferior al de un año antes (162). En concreto, los clientes renunciaron a hacerse cargo de 60 aeronaves en las fechas que estaban programadas durante esos tres primeros meses del año.
El buen comportamiento del negocio de helicópteros, que incrementó sus ingresos un 19 % a 1,202 millones de euros, y todavía más su ebit (+489 % a 53 millones) no pudo compensar el descalabro en la aviación comercial, con una bajada del 22 % del volumen de negocios (a 7,569 millones) y del 82 % del ebit (a 57 millones).
Otro elemento preocupante en las actuales circunstancias fueron las salidas de efectivo de 8,030 millones de euros, comparados con los 4,341 millones de euros del primer trimestre de 2019, una diferencia que tiene que ver sobre todo con las multas de 3,600 millones que Airbus pagó en enero para evitar procesos judiciales por corrupción en Francia, Reino Unido y Estados Unidos.
Desde finales de marzo, la empresa ha tomado varias medidas para reforzar su liquidez, empezando por una nueva línea de crédito de 15,000 millones de euros o la supresión del reparto del dividendo a cuenta de 2019.
Los gastos de capital se reducirán este año en unos 700 millones de euros, respecto a lo inicialmente programado, para dejarlos en alrededor de 1,900 millones y se van a suspender las actividades que no se consideran fundamentales para la continuidad del negocio.
Esta misma semana, Airbus anunció con Rolls Royce que abandonan su proyecto común de avión eléctrico E-Fan X antes del inicio de la campaña de vuelos del demostrador.
El consejero delegado lo justificó señalando que aunque descarbonizar la aviación sea ahora todavía "más importante" y Airbus mantiene su objetivo de ser líder de esas tecnologías, ahora hay "otras prioridades urgentes".