El alojamiento es uno de los temas de impacto turístico que más tinta ha hecho correr desde que la capital nipona fuera seleccionada para acoger los Juegos de verano, dado el brusco aumento de turistas asociado con la designación y que también ha afectado al país.
Desde que Tokio fuera escogida como sede olímpica en 2013, Japón ha triplicado el número de visitantes que recibe. Ese año, la cifra fue de unos 10 millones de personas, mientras que en 2018 superó los 31 millones, según datos de la oficina nacional de turismo (JNTO).
Ese aumento tras una década con una cifra inferior a 10 millones ha puesto a prueba la infraestructura hotelera de Japón, que en los últimos años ha emprendido diversas iniciativas para hacerle frente, como la subvención de reformas en hoteles tradicionales (ryokan) o el alquiler en viviendas privadas, un sector estrictamente limitado.
Pese a que según un estudio reciente de la JNTO más de un 30 % de los municipios del país dicen verse afectados por la falta de alojamiento, el gobierno de Tokio cree que las habitaciones que hay en la ciudad, unas 170.000, serán suficientes para cubrir las necesidades de los Juegos, aunque reconoce que tienen una tarea pendiente: las habitaciones "sin barreras" para discapacitados.
"Estimamos que tendremos unas 850 habitaciones para los turistas y espectadores que vendrán a Tokio con motivo de los Paralímpicos. Además, habrá otras más de 2.500 habitaciones que cumplan la normativa local en este sentido, aunque no estén especializadas para discapacitados", explica Efe un portavoz del Gobierno local.
Comparado con el número total de habitaciones, "todavía tenemos pocas", dicen los funcionarios tokiotas encargados de las gestiones, aunque se espera que el número aumente de aquí en adelante.
Este mismo mes de septiembre entró en vigor una normativa local para que hoteles u hostales con más de 50 habitaciones reserven un 1 % para alojar a personas en sillas de ruedas, y que establece, por primera vez en el país, una estandarización para estas habitaciones, con medidas específicas para entradas, pasillos o baños.
Tokio cuenta con subvenciones para cubrir hasta un máximo del 90 % o 48 millones de yenes (400.000 euros ó 440.000 dólares) del coste de las reformas para cumplir esta normativa local de accesibilidad, y un 80 % o 3,2 millones de yenes (27.000 euros ó 30.000 dólares) para la compra de sillas de ducha, camas eléctricas y otros equipos.
La escasez de este tipo de alojamiento también preocupa al Comité Paralímpico Internacional (CPI), que a menos de un año de los Juegos sólo tiene cubierta la mitad de las habitaciones que necesita.
"Necesitamos unas 105 habitaciones completamente accesibles para los miembros del CPI (incluidos los altos cargos del organismo y organizaciones miembro, así como de los medios). Hasta ahora, Tokio ha encontrado 53" que cumplen los requisitos, señala a Efe el director de comunicaciones del comité, Craig Spence.
La escasez de alojamientos ha despertado temor a que el precio de los mismos se vea también elevado con motivo de la cita olímpica.
En este sentido, Tokio 2020 "está trabajando estrechamente y solicitando la cooperación del Gobierno y los organismos de la industria hotelera y de viajes para controlar los precios y permitir a los espectadores tener opciones diversas y con precios razonables que satisfagan sus necesidades individuales", dice la organización.
El Gobierno japonés estima que más de 600.000 personas visitarán la capital entre finales de julio y principios de agosto, cuando se desarrollarán los JJOO, según un informe del Ministerio de Tierra, Infraestructura, Transporte y Turismo.
Además de las habitaciones que se encuentran propiamente en Tokio, las autoridades locales consideran que el buen funcionamiento de su red de transporte permite "usar alojamientos en prefecturas cercanas" del área metropolitana (Kanagawa, Chiba y Saitama), lo que elevaría el número de habitaciones hasta unas 300.000.
Septiembre 24, 2019
La ciudad de Tokio afronta la recta final de los preparativos de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de 2020 con una gran tarea pendiente en materia de alojamientos: la escasez de habitaciones completamente accesibles para discapacitados.
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