Con 38 años recién cumplidos, y con su legendario número 17 en la espalda, el llamado “Niño” lo volvió hacer.
Con dos goles suyos, uno en la ida y el otro en la vuelta, guió a los Pumas de la Universidad al séptimo título en su historia. Y pensar que hace seis meses se había convocado a una conferencia de prensa para anunciar su retiro...
Goles en todas parte
Diciembre de 2010. En las instalaciones de Cantera, donde entrenan los Pumas de la Universidad, se anunciaba el retiro del legendario portero Sergio Bernal. Antes del inicio de la conferencia, otra silla acompañaba la del guardameta. Era para Juan Francisco Palencia. Sin embargo, minutos antes de la ceremonia, el técnico Guillermo Vázquez anunció que si el delantero se retiraba, él dejaba la institución. Ante tal muestra de confianza, hubo marcha atrás, Palencia se quedó y el resto es historia.
El delantero comenzó su carrera en 1994, con el Cruz Azul. Era el más joven de un equipo plagado de estrellas, y sus rasgos infantiles le valieron el apodo de “Niño” que lo ha acompañado hasta ahora. En 1997 guiaría a los cementeros a su primer título en una década, pero antes de eso, le llegó la gloria de vestir la camiseta verde de la selección.
Palencia fue uno de los jugadores fundamentales en el Torneo Olímpico de Fútbol Atlanta 1996, donde marcó el gol del triunfo ante Italia en la fase de grupos. Desde entonces se volvió un fijo con el Tricolor, con el que disputó la Copa Mundial de la FIFA Francia 98 y Corea/Japón 2002, además de quedarse a un paso de asistir a Sudáfrica 2010. Sus números hablan por sí solos: 80 internacionales, 12 tantos.
Tras una sensacional Copa Libertadores en 2001, emigró al Español de Barcelona. Sólo duró un año antes de volver, ahora a las Chivas del Guadalajara, convirtiéndose rápidamente en referente e ídolo. Con 32 años fue transferido a Chivas USA, donde se esperaba que cumpliera un par de temporadas y se retirara silenciosamente.
El renacer universitario
Pero ese no era el estilo de un guerrero. Tras pasar su exilio en Los Ángeles, sorprendió en 2007 al volver a México con los Pumas de la Universidad, un equipo formador, que buscaba en el delantero una figura de experiencia para arropar a sus jóvenes. Hizo esto y mucho más. En cuatro años con los auriazules, los ha llevado a dos títulos y con su estilo de lucha y entrega se ha convertido en el favorito de los exigentes aficionados, que difícilmente entregan su cariño a un jugador no formado en el club.
En el Clausura 2011, Palencia tuvo su mejor temporada en años, con 5 goles en 15 partidos, y el domingo pasado, el “Niño” marcó de penal el primer gol de la final ante Morelia, que Pumas ganó 2-1. Al terminar el encuentro, con lágrimas en los ojos, señaló a FIFA.com: “Esta es una alegría inmensa. Este era un gran sueño, que he convertido en realidad. Este triunfo lo dedico a esta maravillosa afición y a mi familia, que está siempre conmigo”.
Seis meses después de la famosa conferencia de prensa, y con un título más, el 17 no contempla aún la posibilidad de dejar el futbol. “Hay que disfrutar este título primero, hay que disfrutar los momentos, después habrá tiempo de pensar en otras situaciones. Lo importante es lo que acaba de pasar”, afirmó.
El propio técnico universitario no sólo le dio el voto de confianza en aquel momento, sino que lo transformó en una especie de creativo retrasado, sacando el mejor futbol que aún quedaba en su reserva. “Es la ventaja de tener jugadores como él, con su experiencia e inteligencia, que pueden jugar al mismo nivel es muchas posiciones, y cumplen maravillosamente”, señaló el estratega a FIFA.com.
Antes de irse al vestidor, para continuar una celebración que se extendió por toda la ciudad de México, Juan Francisco Palencia dejó testamento de la filosofía que tantos éxitos le ha dado en su carrera. “Soy hombre de trabajo, y cualquier piedra que tenga en el camino me da igual, sea grande o pequeña, lo importante es el trabajo, el querer trascender y la regularidad que se muestra en cada entrenamiento”. Grandes palabras para un gran jugador.