"Nosotros no nos conformamos con nada, queremos hacer historia y tenemos equipo para lograrlo", dijo Gary Medel, uno de los integrantes de la columna vertebral de un equipo que ya está en boca de todos.
El 2-0 con el que derrotó el miércoles a España fue el segundo triunfo consecutivo en Brasil 2014 de Chile, que además se aseguró ya un puesto en la siguiente ronda en uno de los grupos a priori más difíciles del certamen.
¿Pero qué argumentos tiene Chile, que nunca pasó de octavos a excepción del tercer puesto que logró en casa en 1962, para cosechar tantos elogios en tan poco tiempo?
La mesa que sustenta sus sueños se apoya fundamentalmente en seis patas: convicción, motivación, preparación física, planificación exhaustiva, funcionamiento colectivo y capacidad futbolística, de las cuales las cuatro primeras sostienen la estructura y las dos restantes brotan casi como una consecuencia natural.
La convicción es la piedra angular del proyecto. Sampaoli, a partir de sus grandes logros con Universidad de Chile en 2011-2012, cuando fue tricampeón local y ganó una Copa Sudamericana, logró encolumnar a todo un país, empezando por sus propios jugadores, detrás de una idea: ser protagonistas en cualquier cancha y contra cualquier rival.
"Tenemos un estilo muy marcado. El cuerpo técnico nos transmite una idea y vamos a ir hasta el final con ella, y esa idea es atacar y no se negocia", aseguró el volante José Fuenzalida antes del debut.
Los fundamentos de esta manera de entender el juego que el español Vicente Del Bosque calificó como "suicida" los sentó el argentino Marcelo Bielsa, el verdadero artífice de la transformación que en los últimos años disfruta el futbol chileno. Sampaoli, confeso admirador del "Loco" que dirigió a la selección desde 2007 a 2011, recoge aquellos frutos y le añade su marca propia: "Ahora somos menos directos, elaboramos más", analizó durante una entrevista con dpa antes del comienzo del Mundial.
Sobre esta base se suma la motivación. "Necesitamos jugadores que tengan hambre, que necesiten la gloria", apuntó el técnico de la "Roja". Y existe sobredosis de ambas cosas en Toca de Raposa II, el bunker de Chile en Belo Horizonte. "Somos jóvenes que queremos grandes cosas. Yo soñé desde chico con ganar un Mundial", afirmó Alexis Sánchez apenas concluido el choque ante España para resumir un deseo compartido de manera unánime.
Al cóctel hay que agregarle una extraordinaria condición física. Marcelo Díaz, el volante central y "portavoz" del técnico en la cancha, contó cuando comenzó su experiencia europea que "en el Basilea no se trabaja tan fuerte como con Sampaoli". El esfuerzo es vital para desarrollar la presión agobiante que ejerce Chile en cada sector de la cancha y que provoca el error y el agotamiento de los rivales. Ni el insoportable calor húmedo de Cuiabá, en el estreno ante Australia, pudo con la energía de los jugadores preparados por Jorge Desio.
La planificación se extiende a lo táctico. Pocos cuerpos técnicos son más puntillosos y obsesivos en la preparación de los partidos. "Sabemos todo sobre Australia", dijo en su día el arquero Claudio Bravo. "Estuvimos viendo los videos de los partidos anteriores contra España para analizar aciertos y errores", confesó Arturo Vidal en los días previos al choque ante el todavía campeón vigente.
Una vez armado el rompecabezas, el resultado es un asombroso funcionamiento colectivo, un despliegue siempre ordenado, hacia adelante o hacia atrás, que deja pocos espacios al adversario y abre huecos ensanchando el campo cuando se adueña de la pelota.
Y por fin, hay que añadir las cualidades futbolísticas de la mejor generación que haya dado nunca el fútbol del país andino. Gary Medel, Arturo Vidal y Alexis Sánchez componen el eje de un grupo de grandes jugadores, que sin ser estrellas rutilantes están sin dudas entre los mejores del mundo. Aunque una y otra vez todos se empeñen en afirmar que "en este equipo, lo colectivo está por encima de lo individual".
La pregunta ahora es si todo eso le alcanzará a Chile para superar los registros de los últimos Mundiales y concretar la ilusión de su gente. "Si el fútbol se basara en estadísticas, España no habría ganado en 2010, porque hasta esa fecha nunca había sido campeón", señaló Felipe Gutiérrez, el zurdo volante del Twente holandés. (DPA)