Carraro (Padua, 6 de diciembre 1939) atendió a EFE en el hotel Parco dei Principi, a pocos pasos de la Villa Borghese en Roma, cuando faltan pocos días para que, con su despedida del COI, termine también oficialmente su cargo de presidente de la Comisión para el Programa Olímpico.
En una larga conversación, consideró "correcta y obligada" la sanción por dopaje a Rusia, suspendida por cuatro años por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), expresó el deseo de que los rusos arreglen pronto las irregularidades para volver a competir bajo su bandera y repasó los desafíos que esperan al COI en los próximos años, subrayando la necesidad de "adaptarse a los tiempos" sin olvidarse de la tradición.
Pregunta: En su larga carrera en el COI vivió una larga serie de cambios, tanto a nivel de sus integrantes, como a nivel de retos y desafíos. ¿Cuáles son los cambios que más destacaría?
Respuesta: Cuando entré en el COI, solo había un pequeño edificio en Chateau de Vidy y trabajaban allí unas 15 personas. (El español, Juan Antonio) Samaranch todavía no había empezado su auténtica revolución. Los Juegos Olímpicos estaban organizados por el comité organizador y el COI se limitaba en averiguar cómo iban las cosas. Si iban bien, tomaba nota de ello. Si iban mal, los problemas seguían.
Hoy hay una sede de vanguardia también a nivel ambiental, hay muchísimas personas. Ahora los Juegos se organizan con el Comité Organizador, pero el COI sigue día a día todo lo que ocurre, hasta que terminan.
Además, en el pasado los Juegos Olímpicos se complacían de edificar instalaciones enormes. Hoy lo más importante es tener instalaciones que satisfagan a los atletas, a los espectadores, pero sobre todo que no provoquen despilfarro de dinero público. Deben ser construidas para que puedan ser modificadas, adaptadas, o destruidas.
P: ¿Cómo evolucionó la lucha contra el dopaje?
R: En 1982 no había todavía la cultura de prohibir el dopaje. El dopaje casi estaba considerado una manera para mejorar el entrenamiento. Alemania del Este tuvo en 1976 un gran éxito y todos sabían que había un dopaje bastante importante. Ningún medio polemizó con esto en esos años.
Al principio de los años 80 se empezó a analizar el problema. El COI fue uno de los primeros en hacerlo. La batalla contra el dopaje es algo que no terminará nunca. Hay que luchar. Para el atleta la tentación del dopaje es demasiado fuerte. Un atleta que hoy llega vigésimo en los Juegos en atletismo logra una hazaña extraordinaria, pero si eres el número 20 del mundo, te cuesta tener medios económicos para poder entrenarte. Si ganas oro, plata o bronce, ganas millones de dólares. La diferencia es enorme.
Los científicos corrompidos siempre buscan nuevas soluciones. La guerra contra el dopaje nunca será ganada definitivamente, pero hay que combatirla con todo. El COI y todo el movimiento olímpico no se rinden, luchan.
P: La AMA condenó a Rusia a cuatro años de aislamiento internacional por dopaje. ¿Es una sanción que juzga correcta?
R: Cuando no había pruebas claras, no se tomaron medidas definitivas. Pero Rusia demostró una incomprensible obstinación en no arreglar su situación. Creo que el movimiento olímpico trató de animarles a arreglarlo, pero ellos han sido obstinados. Es una medida ineludible, que no le gusta a nadie, porque tener a atletas que no compiten bajo su bandera es desagradable, pero lamentablemente no había alternativa.
Siendo honestos, de 2015 a hoy, no me parece que hayan sido muy eficaces en arreglar las cosas. Pero yo mantengo la confianza y espero que todo vuelva a la normalidad.
P: Esta medida afectará también a las nuevas generaciones rusas. ¿Hasta qué punto es correcto que los jóvenes atletas paguen por culpas de generaciones precedentes?
R: La AMA tomó una medida muy oportuna y obligada. Pero deseo siempre que Rusia se organice para que, en algunos meses, vayan a la AMA a demostrar que han tomado conciencia de lo que ocurrió y que no va a volver a pasar. Lo deseo por los jóvenes de Rusia, que tiene talentos, jóvenes con derecho de competir con su bonita camiseta y subir al podio en nombre de Rusia.
P: En su larga carrera en el COI ha contribuido a introducir deportes de éxito en los Juegos Olímpicos, como el triatlón o el rugby, y otros que debutarán en Tokio, como el kárate o el surf, hasta llegar al 'breakdance', que entrará en la edición de París 2024. ¿Es un adaptarse a los tiempos o una "traición" a la tradición?
R: En 2003, en calidad de presidente de la Comisión del Programa Olímpico, me reuní con un directivo de una televisión estadounidense y me dijo que los Juegos Olímpicos de Salt Lake City, en los que se introdujo el 'snowboard', tuvieron un gran incremento de seguimiento de los jóvenes.
Las base del Olimpismo seguirá siendo el atletismo, la natación, la gimnasia. La tradición la hay, y nadie la quitará. Pero los jóvenes tienen aficiones distintas. Las redes sociales hablan de breakdance, de skateboard y los intereses cambian.
El COI no olvida la tradición, pero no puede no tomar conciencia de que los jóvenes tienen aficiones en algunos casos distintas respecto a sus padres y abuelos. Hay que conservar y respetar la tradición, pero tomar conciencia de las nuevas aficiones.
P: ¿Cuáles son los Juegos Olímpicos que recuerda con más placer?
R: Me acuerdo bien de los Juegos de Cortina 1956 y vi como espectador los de Roma 1960. Estuve en la ceremonia de apertura, vi los 200 metros, el maratón. Desde 1964 vi todas las ediciones de los Juegos. Roma se queda en mi corazón, como Turín 2006.
P: ¿Y un atleta que con sus hazañas le haya emocionado particularmente?
R: Son muchísimos, pero si hay uno para mí es Pietro Mennea (oro olímpico en Moscú 1980 en los 200 metros). Hubo un momento en el que entre las primeras diez marcas en los 200 metros, Mennea ocupaba la primera, la segunda, la cuarta y la séptima plaza. Dominaba. Además estaba determinado, tenía ganas de afirmarse. Obtuvo tres títulos universitarios tras competir, siempre lo dio todo. Es a quien más ama la gente como un atleta mito.
P: ¿A qué se dedicará tras acabar su rol en el COI?
R: Seguiré siendo miembro honorario. Si estoy bien, confío en ir a ver los Juegos de Tokio. Luego me ocuparé de mis cosas, de mi familia. Tengo mis intereses. Solo reduzco mi actividad.