"Hay que mirar hacia adelante, no para atrás", reclamó Bach en una entrevista publicada por el dominical alemán "Welt am Sonntag" con motivo de su primer aniversario como presidente del COI (Comité Olímpico Internacional).
El ex esgrimista alemán admitió que fue un año "extremadamente intenso", pero también "muy alentador" para el COI. La intensa agenda del directivo de 60 años incluyó dos reuniones con el papa Francisco y un intenso trabajo en el marco de las Naciones Unidas, entre otras actividades.
Desde que fue elegido sucesor de Jacques Rogge el 10 de septiembre de 2013 en Buenos Aires, sus primeros 12 meses tuvieron como máximo desafío los polémicos Juegos de Invierno de Sochi, una carga con la que Bach debió lidiar a poco de asumir. Las dificultades organizativas en la preparación de Río de Janeiro 2016 y la falta de candidatos para organizar los Juegos de invierno de 2022 son otros de los grandes dolores de cabeza de su gestión.
Como contracara, Bach también puede exhibir un contrato récord de 7.650 millones de dólares con la cadena estadounidense NBC que engrosará las arcas del COI a cambio de extender los derechos de transmisión de los Juegos Olímpicos desde 2022 hasta 2032.
Bach asumió el mando del olimpismo en la asamblea general del 10 de septiembre de 2013 en Buenos Aires con la promesa de un cambio de paradigma en el mundo de los anillos. El alemán se comprometió a devolver el olimpismo a los atletas, reformar los Juegos y convertir al COI en una organización con mayor incidencia en la sociedad global.
Hasta qué punto se materializaron estos avances será objeto de debate de los miembros del COI cuando se reúnan el 8 y 9 de diciembre en una sesión extraordinaria en Montecarlo, donde también se intentará seguir dándole forma al proyecto más ambicioso de Bach: la agenda olímpica 2020.
El alemán aspira a mantener al COI como una organización autónoma y neutral políticamente, pero consciente de que sus decisiones "también pueden tener consecuencias políticas". Su apuesta, aunque no lo diga abiertamente, pasa por fortalecer la credibilidad de la institución que preside.
Más allá de la neutralidad, Bach considera que el COI no debe comportarse como una empresa que únicamente se rija por los criterios de la rentabilidad y la búsqueda de nuevos mercados. Pero tampoco desea una organización carente de recursos.
"Tenemos una base muy saludable. Sólo este año firmamos contratos por alrededor de 10.000 millones de dólares. Es una enorme muestra de confianza al COI y a nuestro futuro, sin olvidar a la agenda 2020", afirmó el sucesor del belga Rogge.
El proyecto de Bach incluye el lanzamiento de un canal propio de televisión que ayude a impulsar la cobertura de los deportes olímpicos en los períodos entre dos Juegos, la modernización del programa olímpico, un mayor énfasis en la sostenibilidad de los eventos y la reducción de los costos de las ciudades postulantes a través de una auditoría más estricta del COI.
Para Bach, las candidaturas deben ser más flexibles. No es el COI el que debe adaptarse a los postulantes, sino las ciudades las que deben adaptarse al olimpismo.
Los cambios pretendidos por Bach seguramente no tendrán como ejemplo los Juegos de invierno que se realizaron en febrero en Sochi. La inversión de 50.000 millones de dólares que demandó la cita en el balneario sobre el Mar Negro impulsada por el presidente ruso, Vladimir Putin, batió todos los récords en la historia del olimpismo.
Las críticas a los excesivos costos y a la denominada "ley antigay" rusa, las amenazas de boicot y las críticas internacionales a los "Juegos de Putin" politizaron al extremo el evento y colocaron al COI en un equilibrio imposible.
Bach se sintió incomprendido en Sochi, pese a que durante la apertura de los Juegos condenó delante de Putin y de millones de telespectadores de todo el mundo cualquier forma de discriminación.
"La tarea del COI y de los Juegos Olímpicos es asegurarnos que durante los Juegos rija para todos los participantes la carta olímpica", indicó Bach al "Welt am Sonntag". Y eso mismo fue lo que ocurrió en Sochi, según el alemán.
Los Juegos en Rusia fueron la primera gran prueba, pero no el único desafío que enfrentó Bach en su primer año.
La carrera por los Juegos de invierno de 2022 se vio progresivamente vacía de candidatos tras las renuncias de varios postulantes. Sólo quedan Oslo, Pekín y Almaty, aunque la candidatura de la ciudad noruega está en vilo.
No así el COI, que tras un año de mandato de Bach está viviendo una etapa de fuertes cambios cuyo alcance aún está por verse. (DPA)