La muestra, llamada "Joan Miró. El color de los sueños" y compuesta por 49 obras originales, se podrá visitar hasta el próximo 12 de diciembre en la Fundación Magnani Rocca de la ciudad italiana, que la ha organizado en colaboración con la Fundación Mapfre.
"Después de un largo periodo en el que la vida de todos ha tomado colores oscuros, quisimos ofrecer un signo de energía renovada" a través de unas obras que le "dan al color un significado expresivo y absoluto como nunca antes", justifica Roffi sobre la elección de Miró (1893-1983) para estos tiempos pandémicos.
Y resalta la perenne "confianza" de un artista que "incluso durante la Segunda Guerra Mundial, cuando parecía no haber más esperanza en la humanidad, creó obras intensamente poéticas" que contribuyen a "restaurar la armonía del mundo cuando se altera" con su "dimensión onírica" y su "alegre alfabeto".
Algunas de esas obras, como "Personnages et oiseau dans la nuit" (1942), "Personnage, oiseau, ètoile" (1942) o "Femme entourée d'oiseaux regardant le lever d'une étoile" (1942), expuestas desde hoy en Parma, son una muestra de ello.
Otra de las joyas de la exposición es "Le chant de l'oiseau à la rosée de la lune" (1955), donde los clásicos rojo, azul y amarillo de Miró se empiezan a mostrar con más evidencia, cercanos a su pintura más característica, realizada sobre todo en la década de los setenta.
Aunque siempre en torno a una serie de temas recurrentes -los pájaros, los cielos estrellados, la mujer-, el artista catalán "se reinventa frecuentemente", afirma a Efe Roffi.
"La pintura de Miró tiende a la abstracción; sin embargo, en las formas fantásticas multicolores yuxtapuestas entre sí, casi siempre queda un rastro de realidad: un ojo, una mano, la luna", apunta el comisario, también director científico de la Fundación Magnani Rocca.
Algunas de las pinturas de las últimas décadas, entre las que destacan lienzos de gran formato, son "Femmes et oiseaux" (1969), "Personnage devant la lune" (1976) o "Chevaux mis en fuite par un oiseau" (1976).
En esta última, Miró "masacra literalmente la pintura como la entendemos comúnmente, con cierto paralelismo con el expresionismo norteamericano, con la idea de que la pintura debe ser un flujo continuo fruto de una profunda explosión creativa".
"Miró representa la libertad en la pintura, el inconformismo, la transgresión respecto a los esquemas tradicionales de representación artística", añade Roffi.
Destaca tanto el talento del artista, que en 1954 le valió el Gran Premio Internacional de Gráfica de la Bienal de Venecia, como su "compromiso político, ético, cultural y social a favor de su país".
Ahora es Italia -cuya "belleza milenaria" siempre "fascinó" a Miró- el país que lo recuerda con una exposición que deja "la sensación de haber hecho un recorrido por los sueños del artista".