Así surgió SomosPampam, una marca unida a la ilusión de dos hermanas, María y Sara López, que anhelan un mundo más inclusivo, diverso, respetuoso e informado, como explica en una entrevista con EFE la primera de ellas.
"La llegada de un bebé con una discapacidad nos trajo la oportunidad de ver la vida desde una nueva perspectiva, valorando cada pequeño logro y descubriendo la fuerza que nace del amor y la resiliencia", afirma María López, que recuerda cómo "lo que en un principio pudo ser dolor, incertidumbre y miedo se transformó en un motor para impulsar el cambio".
Al igual que su bebé, el primer Pampam tenía hipoacusia y por eso portaba audífonos en un primer modelo e implantes cocleares en el segundo.
Al segundo Pampam “le operaron de una cardiopatía, por eso luce con orgullo una cicatriz en su pecho a la vez que viste un bonito pijama de hospital”, un modelo que se vendió a través de la web de la Fundación Menudos Corazones “y ha tenido tanto éxito que actualmente está agotado”, celebra.
Los confeccionan mujeres en situación de vulnerabilidad
En el universo SomosPampam hay otra pieza clave y es el taller de costura de los muñecos, un lugar que "brinda oportunidades de crecimiento personal y profesional a mujeres valientes en situaciones de vulnerabilidad, en el que se confeccionan productos sostenibles y de alta calidad”, sostiene.
Por ejemplo, el cuerpo de los muñecos se confecciona con botellas recicladas que se recogen en el Mediterráneo y se transforman en tejido en una empresa valenciana.
María López recalca que su mayor logro sería “que cada niño pudiera tener un muñeco con el que se sintiera identificado”, aunque es consciente de que “en este momento es una utopía debido a la complejidad de todo el proceso, la minuciosidad y los altos costes de producción por querer mantener el compromiso social y medioambiental”.
Sin embargo, incide en la importancia de que cada niño tenga un muñeco que se parezca a él: "El juego es un reflejo de cómo los niños comprenden el mundo. Los niños juegan como viven y jugando aprenden a vivir", sostiene.
Así, López aplaude los cambios que se están produciendo en los últimos años en una sociedad en la que cada vez hay más conciencia sobre la importancia de "una educación basada en el respeto, la empatía y la inclusión", aunque lamenta que "todavía queda mucho que hacer para romper barreras, prejuicios y estereotipos", concluye.