La destrucción rusa de Irpin condensada en una veintena de imágenes

Columpios transformados en amasijos de hierro, edificios reducidos a escombros o rutas en bicicleta que son sustituidas por parques desiertos son algunas de las imágenes de “Irpin. Invencible”, una exposición fotográfica abierta en las dependencias del Parlamento Europeo (PE) sobre el antes y después de la guerra de Ucrania.

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La presentación de esta exposición, montada con una veintena de imágenes y algunos elementos decorativos traídos de la propia ciudad de Irpin, coincidió con los 100 días de la invasión de Ucrania por parte de Rusia y para su inauguración contó con la presencia de Oleksandr Markushyn, el alcalde de la localidad.

Markushyn estuvo acompañado de otros miembros del gobierno local, una treintena de compatriotas e incluso el anterior edil de la localidad, que le asistió y le apoyó durante todo el evento.

Los visitantes de la muestra "Irpin. Invencible" pudieron comprender cómo el conflicto bélico ha deformado la apariencia de la ciudad y cómo los bombardeos han alterado para siempre la vida de sus 62,000 habitantes.

Entre los elementos decorativos, en una esquina de la sala se recreó una pequeña vivienda con el somier retorcido por el calor de las bombas, varios electrodomésticos calcinados y diferentes juguetes cubiertos de ceniza y polvo.

En otro rincón de la Casa Central de la Cultura, uno de los edificios de la UE, se expuso la chapa agujereada de un vehículo, parte del equipamiento y los paquetes de alimentación perdidos por los soldados rusos, e incluso un uniforme completo de las tropas rusas desgastado tras un combate.

La exposición es una forma de mostrar al mundo las "atrocidades" cometidas por el ejército ruso en territorio ucraniano y lo que Moscú presentó como la "paz rusa", según explicó el actual alcalde.

"Desgraciadamente, esta exposición es la realidad de lo que el ejército ruso está haciendo y de la 'paz rusa'. Es lo que hemos recibido por parte del Ejército ruso", explicó Markushyn en declaraciones a Efe.

"Aguantamos y detuvimos el ataque contra Kiev, pero pagamos un alto precio. El 70% de la ciudad fue destruida o gravemente dañada. Más de 3,000 edificios del sector privado, otros 500 de gran altura, colegios, guarderías y hospitales han sido destruidos", comentó.

La parte más cruda del conflicto en torno a esta ciudad se produjo entre finales de febrero y finales de marzo de este año, como parte de la ofensiva rusa para cercar Kiev, la capital ucraniana.

A pesar de que las tropas nacionales pudieron combatir al ejército ruso y detener su avance hacia el este, las autoridades ucranianas cifraron en 200 los civiles que murieron víctimas del conflicto en ese mes, además de unos 50 soldados rusos.

El alcalde aprovechó para pedir ayuda a la comunidad internacional, específicamente, recursos económicos para recuperar cuanto antes la vida cotidiana y garantizar que "todo estará reparado para dentro de un año y medio o dos".

"Tenemos comida y tenemos equipamiento médico. Ahora mismo lo que más necesitamos son ingresos y fondos para la reconstrucción de nuestra ciudad", resolvió Markushyn, que cifró los ingresos necesarios en unos 50 millones de euros.

Según los organizadores, la exhibición es al mismo tiempo un símbolo del coraje, la inflexibilidad y la fuerza de los ucranianos, una representación "del espíritu libre de su pueblo, su identidad y su cultura", que "no puede ser destruido por las balas o los misiles".

"La exposición en Bruselas es un mensaje para el mundo: qué es Rusia y qué pasa cuando llega a tu país. El mundo debe saberlo y llegar a las conclusiones adecuadas", resumió el alcalde.