"Elegante y sexy es tan perfecto para ir a bailar como para ir a trabajar". Así se define al vestido "wrap" en el libro "El ABC de la moda", editado por Phaidon.
Desde su nacimiento en 1972, el "wrap dress" es un icono, un modelo universal, con múltiples posibilidades. "Un sencillo vestido todo en uno, elegante, cómodo y sexy. No pasa de moda. Sirve para cualquier ocasión, en cualquier lugar del mundo, y se ajusta a todo tipo de mujer", dijo Diane von Fürstenberg.
El vestido "wrap", únicamente una tela que cruza la silueta femenina y se sujeta anudando un cinturón por encima de la línea de la cintura, salió a la venta con el siguiente eslogan: "Siéntete como una mujer. Ponte un vestido", toda una declaración de empoderamiento de la mujer.
Su historia comienza cuando Diane von Fürstenberg vio en televisión a Julie Nixon Eisenhower con un top anudado a la cintura y una falda y decidió unir ambas piezas.
"Lo único que tuve fue el instinto de que las mujeres querían una opción de moda más allá de la ropa 'hippie', los pantalones de campanas y los rígidos trajes pantalón que ocultaban su femineidad", explica la creadora en su autobiografía, "A Signature Life" (1998).
Esta pieza no tardó en hacerse viral. Cientos de mujeres acudían a por este vestido tan especial y novedoso que les permitía mantener y preservar su poder en el trabajo y expresar al máximo su feminidad, además de ser apto para todas las tallas y alegre gracias a sus característicos estampados geométricos y, posteriormente de serpiente y de leopardo.
El vestido envolvente tuvo todo su apogeo en los setenta, una época en la que el mundo miraba hacia Nueva York, concretamente a las legendarias noches de Studio 54, la discoteca en la se veían las nuevas tendencias de la mano de Jerry Hall, Bianca Jagger, Carolina Herrera, Diana Ross, Liza Minnelli, Ivana Trump, Brooke Shields, Cher y Olivia Newton-John.
En este entorno festivo se consagró el vestido "wrap" de Diane von Fürstenberg, hija de Liliane Nahmias, superviviente del holocausto, casada con el aristócrata belga Edward Egon von Fürstenberg, con quien formó una de las parejas más glamurosas desde que se instalaron en Nueva York, ciudad a la que llegó dispuesta a triunfar y conquistar su independencia económica, para ser más libre.
No era diseñadora, tenía estilo, un don que le sirvió para crear prendas sencillas y cómodas con mucho gusto en la que destacaban vestidos camiseros.
Al llegar a Nueva York, la diseñadora, que gracias a su linaje rápidamente se posicionó en los círculos de la alta sociedad, mostró sus vestidos a las mujeres adineradas, que cayeron rendidas ante ellos.
"Creo que tus prendas son absolutamente fantásticas. Los materiales, los estampados, el corte, todo es perfecto. Esto es lo que necesitamos", dijo la prestigiosa editora de moda Diana Vreeland cuando descubrió el "wrap".
Su mérito fue hacer de aquel corte una silueta atemporal que lo mismo serviría para bailar hasta el amanecer como para ir al despacho, un diseño que fue best-seller en 1975 y que han lucido reinas, princesas, emprendedoras, celebridades y mujeres corrientes que querían estar perfectas y elegantes un lunes cualquiera.
Se sabe que la moda es caprichosa, y tras las mieles del éxito en los ochenta, el vestido cayó en el olvido hasta que, en 1997, la diseñadora vio cómo lo mas granado de la sociedad neoyorquina sentía predilección por sus diseños "vintage".
Otra vez, el "wrap" se posiciona en la cresta de la ola y seduce a toda una generación de mujeres que bebía los vientos por la moda minimalista, ya que este diseño estaba en esa línea.
Desde entonces, el vestido envolvente, que ha conectado con distintas generaciones de mujeres de todo el mundo, continúa siendo relevante.
Si Poiret liberó a la mujer del yugo del corsé, Coco Chanel sentó los códigos de una elegancia eterna con el vestido negro y el collar de perlas, Diane Von Fürstenberg creó una pieza que exhala el nuevo poder femenino.