En un encuentro celebrado en el Palacio de Festivales, un Douglas relajado, satisfecho y vestido de azul marino recalcó parte de lo que había dicho anoche en la apertura del festival, tras recibir una gran ovación en pie del Gran Teatro Lumière: que la Palma de Oro de Honor le emociona especialmente porque hay muchos festivales, pero ninguno como Cannes.
En sus 55 años de carrera, Douglas pasó por La Croisette en cinco ocasiones con sus películas, empezando por "El síndrome de China", de 1979, y terminando por Behind the Candelabra, de 2013.
Otra de esas visitas llegó de la mano de "Instinto Básico", una de las joyas de su currículum, de la que dijo que las escenas más picantes fueron en cierto sentido demasiado, "incluso para Francia".
"Ver esas escenas en el gran palacio, en una pantalla enorme... fue un poco abrumador para mucha gente. Tuvimos una cena muy silenciosa después, todo el mundo estaba como digiriéndolo", dijo.
Sobre la importancia de Cannes en su vida, explicó al público que su padre, el también actor Kirk Douglas, conoció a su madrastra, Anne Buydens, en esa ciudad de la Costa Azul francesa.
"Además, las fiestas son bastante buenas", bromeó el actor de 78 años, sacándole una de muchas carcajadas al público.
No fue fácil para él seguir los -prácticamente inalcanzables- pasos de su padre en el mundo de la interpretación y, pese a haber logrado convertirse por méritos propios en uno de los nombres con mayúsculas de Hollywood, reconoció que le cuesta creer en sí mismo.
De hecho, no fue hasta lograr el óscar por su inolvidable papel como Gordon Gekko en "Wall Street" cuando empezó a sentir que salía de debajo de la "sombra" de su padre.
"Hasta entonces sientes las comparaciones con tu padre, buenas o malas", admitió.
RODAR CON LOS EFECTOS ESPECIALES DE MARVEL
Las nuevas generaciones no le conocen por "Instinto Básico" ni por "Atracción fatal", admitió Douglas, sino por su ingreso al universo Marvel, dentro de la saga de Ant-Man.
"Pensé: ¿qué no he hecho? Efectos especiales", dijo.
Rodar ante la pantalla verde, antes de añadir los efectos especiales, asegura que es más difícil de lo que parece y que con ello ha adquirido un nuevo respeto por los actores que lo hacen habitualmente.
"Te sientes como un completo idiota y luego lo ves y dices ¡guau es fantástico!", exclamó.
El último proyecto que tiene en marcha también supone algo que nunca había hecho: una película de época.
Se trata de "Franklin", una miniserie de Apple que lo llevó a rodar a Francia para meterse en la piel del padre fundador estadounidense homónimo (Benjamin Franklin).
En el encuentro con los asistentes al Festival de Cannes, también hubo tiempo para contar anécdotas de, entre otros, los rodajes con Danny DeVito, Sharon Stone o el director Oliver Stone.
A este último, por ejemplo, no le gustaba nada la primera aproximación de Douglas al personaje Gordon Gekko, porque necesitaba más maldad, y no dudó en transmitírselo. Fue esa decepción la que acabaría impulsando una de las actuaciones más importantes de su carrera.
Igualmente se refirió a la huelga de guionistas en Estados Unidos, un tema que espera que se resuelva pronto, ya que los escritores tienen una reivindicación legítima por haber estado cobrando sueldos mínimos.
En un apartado más actual y tecnológico, habló incluso de los retos de la inteligencia artificial, algo que le preocupa.
"Lo mismo pasó con redes sociales, empezamos a crear leyes muchos años después de que naciera el monstruo (...) A menos que creemos algunas restricciones, creo que va a ser un gran problema", opinó.
No le parece tan mal, sin embargo, la idea de poder hablar con un holograma de sí mismo 30 años más joven en su iPad. ¿Y qué le diría a su yo del pasado?
"Tómate tu tiempo", respondió sin vacilar.