De la realidad a la ficción: el Muro de Berlín a través del cine

Berlín y su historia son una fuente inagotable para guionistas o escritores de todo el mundo. "Estoy obsesionado con esta ciudad", confesaría el famoso cineasta Billy Wilder. Como él, otros muchos han querido acercar la Guerra Fría y el Muro de Berlín a los espectadores de todo el mundo.

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Desde las hilarantes escenas de la película "Uno, dos, tres" (1961) de Billy Wilder pasando por la tragicomedia "Good Bye, Lenin!" hasta el drama sobre la policía secreta en la extinta República Democrática Alemana (RDA) "La vida de los otros", los berlineses han visto cómo su dura realidad daba paso a la ficción.

Los alemanes necesitaron diez años tras la caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, para poder reírse de esa parte de su historia. En Estados Unidos no esperaron tanto.

Wilder, nacido en 1906 en el entonces Imperio austrohúngaro, trabajó como cronista en Berlín hasta que se vio obligado a abandonar el país tras el ascenso de Adolf Hitler.

"Siempre que estoy en Berlín mi corazón palpita", declaró al acudir como invitado de honor al Festival de Cine de Berlín en 1993. "Fueron los años más importantes de mi vida".

Cuando regresó en 1945 con el Ejército estadounidense se quedó conmocionado al ver la ciudad reducida a escombros. "Era indescriptible". De ahí surgió su primera idea para una película. "A Foreign Affair" (1948), con Marlene Dietrich, se desarrolla en el Berlín ocupado.

El destino quiso que Wilder se encontrara rodando su famosa sátira del comunismo y el capitalismo "Uno, dos, tres" en Berlín, con James Cagney en el papel de jefe de Coca-Cola en el Berlín oeste, justo cuando la RDA decidió levantar el Muro de la noche a la mañana.

"El 13 de agosto de 1961 era un bonito día de verano. Los días anteriores habíamos rodado en la Puerta de Brandeburgo y allí, siguiendo el guión, habíamos soltado globos con la frase 'Russki go home'. Lo que se vivió allí el 13 de agosto fue una broma pesada", comentó en 1987 durante una reposición de su película para la que se vio obligado a construir una réplica de la Puerta de Brandeburgo por 200,000 dólares en los estudios Bavaria de Múnich.

Más de dos décadas después, llegaría uno de los grandes éxitos internacionales del cine alemán con Berlín como epicentro de la trama. "El cielo sobre Berlín" ("Las alas del deseo", en Latinoamérica), dirigida por el cineasta Wim Wenders en 1987, refleja la sombría y triste vida de los berlineses a través de dos ángeles que oyen sus pensamientos e intentan reconfortarlos.

Las risas no llegarían hasta 1999 con la comedia alemana "Sonnenallee" de Leander Haussmann. Con mucha música, y sobre todo, mucho humor, el cineasta relata el primer amor, la amistad y los sueños de unos jóvenes en la parte oriental de la calle berlinesa de Sonnenallee, que quedó dividida con el Muro.

Cuatro años después llegaría "Good Bye, Lenin!", dirigida por Wolfgang Becker y protagonizada por el actor hispano-alemán Daniel Brühl, que consiguió hacer reír y llorar a los alemanes.

La película se centra en un hijo que oculta a su madre apasionada del comunismo la caída del Muro mientras estaba en coma para evitar que sufra un segundo ataque al corazón. "Cuando leí el guión primero me morí de la risa y después se me saltaron las lágrimas", afirmó entonces a dpa Brühl, que da vida al hijo. El actor recuerda que tenía ocho años cuando abrieron las fronteras. "Estaba en casa cuando cayó y ni si quiera entendí realmente lo que pasaba".

"Debe permitirse un poco de nostalgia, o mejor dicho, 'Ostalgie' (nostalgia del este)", declaró por su parte el director. De la misma opinión se mostró la actriz Katrin Sass -en el papel de la madre- sobre el éxito cosechado. "No me puedo imaginar que hubiera tenido tanto éxito cinco años antes. La nueva oleada de 'Ostalgie' es la mezcla perfecta de ironía y seriedad", explicó a dpa .

Pero la RDA no era sólo el país de los coches trabis, de los pepinillos de Spreewald o del muñeco del semáforo, sino también era un Estado donde las personas eran detenidas por razones insignificantes y desaparecían.

"La vida de los otros" (2006) llevó a la gran pantalla por primera vez la presión ejercida por la dictadura de la RDA sobre sus ciudadanos a través de más de 100,000 miembros de la policía secreta Stasi y 200,000 confidentes.

El debut cinematográfico de Florian Henckel Von Donnersmarck, con el que ganaría un Oscar, se rodó en emplazamientos originales de la Stasi. Con motivo del estreno, el cineasta comentó cómo muchos miembros del equipo hablaron por primera vez en el rodaje sobre lo vivido en esa época. "Algunas heridas curan muy lentamente".

"Siempre se tarda mucho tiempo para poder analizar el lado oscuro del pasado", afirmó la entonces diputada Luc Jochimsen del partido poscomunista de La Izquierda. "Quizás hay que reír primero 15 años antes de poder llorar", agregó el director.(DPA)