Comienza el debate: ¿Quién se quedará las obras halladas en Múnich?

El sorprendente descubrimiento de más de 1,400 cuadros en parte robados durante el nazismo conmocionó esta semana al mundo del arte, pero abrió también una serie de preguntas difíciles de responder, comenzando por quién es su dueño legítimo. La pelea por el tesoro ya está abierta.

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El museo Folkwang de Essen manifestó hoy su "sospecha fundada" de que muchas obras pertenecen a su colección. Los cuadros aparecieron en Múnich en la casa de Cornelius Gurlitt, hijo de un conocido coleccionista que "robó muchas obras de la colección Folkswang" durante el nazismo (1933-1945), explicó un portavoz a la agencia dpa.

Reclamos parecidos comenzaron a llegar desde museos en toda Alemania: de Berlín a Wuppertal, de Mannheim a Dresde. Incluso en Tel Aviv el abogado Joel Levy, experto en restitución de arte robado, avisó en el diario Haaretz que "las obras de Múnich son sólo la punta del iceberg" y contó con su devolución a judíos en Israel.

El interés por el espectacular hallazgo producido en 2012 y destapado esta semana es comprensible: la colección con obras de artistas como Pablo Picasso, Marc Chagall, Henri Matisse, Paul Klee o August Macke tiene un interés artístico incalculable y está valorada en unos 1,000 millones de euros (1,300 millones de dólares).

Pero la situación jurídica de los cuadros es compleja. La fiscalía a cargo del caso avisó ya que determinar quiénes son los propietarios legales implicará un proceso largo y complejo. Y es que no todas las obras fueron robadas.

"Hay que partir de la base de que el señor Gurlitt es el propietario legítimo", advirtió a la agencia dpa el historiador del arte Uwe Hartmann, encargado del departamento que rastrea el origen de las obras en los Museos Estatales de Berlín.

Hay tres vías por las que los cuadros llegaron a Gurlitt y las tres representan situaciones muy diferentes. La primera deja poco lugar a dudas: se trata de obras compradas de forma legítima, incluso después de la caída del régimen nazi.

La segunda categoría corresponde a obras calificadas como "arte degenerado" por el régimen nazi y confiscadas a más de un centenar de museos de toda Alemania por el tenebroso ministro de Propaganda nazi, Joseph Goebbels, al considerar que no reflejaban los ideales del régimen.

El padre de Gurlitt "compró probablemente muchas de esas obras pagando un precio al Ministerio. Según la legislación del momento, fue el comprador legal. Los cuadros le pertenecen. Y nada cambió en ese statu quo jurídico", aclaró Hartmann.

La tercera categoría, la más problemática, es la de cuadros robados o comprados por la fuerza a coleccionistas judíos. Según la llamada Declaración de Washington de 1998, en esos casos debe acordarse una "solución justa" con los herederos.

Diversos museos alemanes devolvieron o recompraron en los últimos años este tipo de obras a los descendientes de los dueños originales.

En cualquier caso, el primer desafío es identificar y catalogar los cuadros. La Comisión de Arte Expoliado en Europa, con sede en Londres, criticó ya la falta de transparencia y la lentitud de las autoridades alemanas en este primer paso.

"Queremos que se publique lo antes posible una lista con las obras de la colección", señaló a la agencia dpa Anne Webber, miembro del organismo que lleva un registro de obras robadas.

"El gobierno alemán aseguró que estaba al tanto del caso desde hace meses. Eso hace suponer que tuvo ya suficientes posibilidades de analizar cómo afrontar el tema de un modo justo y apropiado".

Webber exigió la apertura inmediata de un proceso que permita a "los propietarios legales de las obras" recuperarlas con rapidez. "El mundo entero mira a Alemania", advirtió.