Su ubicación fue en sí una declaración de intenciones: el Grand Palais, lugar habitual de sus presentaciones y transformado en la casa de Gabrielle Chanel. Tuvo como elemento central la escalera con espejos desde la que ella observaba discretamente sus espectáculos.
Virginie Viard, que asumió las riendas de la "maison" el pasado febrero, tomó como base los símbolos que han identificado a la firma desde sus inicios.
Entre ellos, la doble C entrelazada, las cadenas, los zapatos bicolor o la camelia, flor emblemática de Chanel que decoró desde chaquetas y lazos hasta cinturones, capas y faldas.
Capitaneadas por Gigi Hadid y por Kaia Gerber, las modelos mostraron una colección que miraba al pasado sin perder actualidad: abrigos negros con cintura y puños dorados, trajes de chaqueta en "tweed", monos metalizados en rosa o gris, vestidos con escotes palabra de honor o prendas más informales con estampado desteñido.
La paleta de colores apostó por el negro y el blanco, con concesiones puntuales a tonos pastel, dorado o fucsia, y abundantes detalles con los que la diseñadora reflejó el saber hacer de sus artesanos, como acabados con plumas o bordados joya.
Chanel ofrece este tipo de desfiles desde el año 2002, fuera del calendario de la alta costura o el prêt-à-porter, y se han hecho en ediciones anteriores en ciudades como Tokio, Nueva York, Mónaco, Londres, Shanghai o Edimburgo.
Gabrielle Chanel decía que "la moda cambia, pero el estilo perdura", y la primera presentación en manos de Viard siguió ese mantra.
El ambiente, intimista pese a la magnitud del Grand Palais, recreó esos desfiles iniciales en los que había proximidad entre modelos y clientela, y que se celebraban en ese mismo edificio de la rue Cambon del que hoy se replicaron algunos salones.
Algunos libros o un león de madera dorada eran patrimonio de Chanel, y no faltaron tampoco en su decoración las espigas de trigo, símbolo de prosperidad y protagonistas de un cuadro de Salvador Dalí propiedad de la modista francesa.
Entre las invitadas, estuvieron la actriz francesa Marion Cotillard o la española Penélope Cruz.
"Me ha parecido maravilloso, un homenaje. Toda la historia de Chanel está ahí y a la vez es súper moderno lo que ella hace. Tiene su sello pero está Chanel en cada prenda", dijo a EFE Penélope Cruz, musa habitual de la casa.
La presentación alió artesanía y creatividad y mostró una vez más que Viard tiene interiorizados los códigos de una firma donde hasta la muerte de Lagerfeld ella era su número dos y directora de estudio.
La apuesta de Chanel por sus talleres, que le proveen las plumas, guantes, orfebrería, sombreros o zapatos, dará en un año un paso adelante con una nueva sede en el norte de París, 19M, a la que se mudarán seis de esas marcas y Eres, la compañía de lencería y baño que también pertenece al grupo.
Serán más de 25 500 metros cuadrados bajo un nombre lleno de referencias: el 19 del distrito en el que se ubicará y homenaje a la fecha de nacimiento de la fundadora, el 19 de agosto de 1883, y la "M" de moda o manufactura, según explicó la "maison" en la presentación de este último pase.