El Fórum Atlántida, organizado por el gremio de editores de Cataluña y la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, tuvo su primera sesión en dos partes: la primera, con el escritor colombiano Fernando Vallejo como figura principal del debate, y la segunda, con el escritor español Rafael Argullol; sin embargo, ambas estuvieron conectadas por un protagonista indiscutible: el libro electrónico, que obligó a plantear nuevas interrogantes sobre el presente y el futuro inmediato de los editores acostumbrados al papel impreso.
Vallejo, el autor al que correspondió la sesión de las 19:00 a las 20:00 horas del martes, calificó a los editores de la literatura impresa en lengua española como una especie en peligro en extinción ante la llegada de las nuevas tecnologías, pero ante todo centró su ponencia en los peligros que el formato electrónico supondría para los escritores.
El colombiano no se mostró reticente ante la utilización de dispositivos como el Ipad, capaces de archivar buena cantidad de textos susceptibles de ser transportados, pero sí expresó su rechazo a que el desarrollo futuro de las tecnologías permita que los usuarios de internet, o lo que él nombró como “la chusma de internet”, modifiquen las obras y las desperdiguen por el ciberespacio.
En su caso, dijo, nunca aceptaría que el libro electrónico le permitiera a los lectores editar sobre el texto original para poner un verbo que él nunca ha utilizado ni utilizará: “escuchar”. Si algunos entendidos con el lenguaje de internet se permiten modificar los libros electrónicos, no solo los editores, sino los propios escritores desaparecerán, mencionó Vallejo.
Por su parte, Argullol mencionó a propósito del título del Fórum, “La función social del editor”, que la mayor responsabilidad de los editores no estará relacionada con las posibilidades técnicas que la actualidad ofrecerá para su trabajo, sino con la calidad de lo que se edita.
A este escritor le preocupa menos el hecho de si el libro electrónico sustituirá al impreso, que los contenidos que los editores deberán contemplar para ofrecer libros electrónicos que respeten la tradición literaria de hacer preguntas al lector.