Un total de 73 senadores, de ellos 33 republicanos, 38 demócratas y dos independientes, se pronunciaron en favor de abolir los subsidios, frente a 23 legisladores partidarios de mantenerlos.
Los subsidios, que existían desde hace casi treinta años, rondan cerca de los 6.000 millones de dólares anuales.
Hasta ahora se consideraban muy difíciles de eliminar debido a la presión ejercida por los estados productores, entre ellos Iowa, que juega un papel prominente en el proceso electoral de Estados Unidos al ser el primero que se pronuncia en las primarias.
Pese a la votación en el Senado, se considera complicado que los subsidios vayan a eliminarse en un futuro cercano.
La Cámara de Representantes debe pronunciarse sobre la medida y podría anularla con el argumento de que, según la Constitución del país, los cambios al Código Fiscal deben comenzar en la Cámara Baja.
La Casa Blanca también indicó que suprimir esos subsidios de la noche a la mañana sería un cambio demasiado brusco.
Pero con esta medida el Senado envía la señal de que podría eliminar otros subsidios también considerados intocables hasta ahora, como los que disfruta el sector petrolero, una vieja demanda de la Casa Blanca.
Hasta ahora, los republicanos han rechazado eliminar esos subsidios al crudo al declararse opuestos a cualquier medida que represente un aumento de impuestos.
Los subsidios al etanol nacieron en la década de los años setenta, entre esperanzas de que este biocombustible pudiera servir de alternativa barata y poco contaminante al petróleo procedente del exterior.
Pero en los últimos años el apoyo a estos subsidios ha disminuido, entre otras cosas por las sospechas de que el aumento en la producción de este derivado del maíz haya contribuido a la subida de los precios de los alimentos.