El responsable técnico del proyecto, el investigador David Ríos Jara explicó que no se pueden emplear plantas destinadas al consumo humano, ni ser sembradas en lugares donde estas se cultivan.
Además, detalló que las regulaciones internacionales sólo aceptan que la bioturbosina sea obtenida por cierto tipo de procesos, para llevar el aceite de la biomasa a bioturbosina.
En entrevista con la Agencia Informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el doctor en el área de Física de Materiales subrayó que también se tiene que comprobar que todo el proceso sea sustentable, es decir que genere más energía de la que se consume para su cultivo y procesamiento.
El grupo de investigación consideró dos procesos para conseguir la bioturbosina. Uno es la transformación de aceites producidos por plantas, y el otro, emplea la masa de la planta para transformarla en azúcares, estos a su vez en alcoholes, y después en el producto final.
El grupo o (clúster) trabaja sobre cuatro líneas de investigación: identificación de la biomasa adecuada, identificación del tipo de transformación más apropiado para la biomasa, análisis del ciclo de vida y sustentabilidad, y comercialización del combustible.
Concluido el periodo inicial de cuatro años de estudios, los desarrolladores construirán dos plantas piloto con capacidad de producción de 16 mil litros diarios, para comprobar que los procesos funcionan.
Después de la fase de prueba buscarán el apoyo de inversionistas privados, para llegar a la comercialización del combustible.
“La ventaja que tiene es que reduce de manera importante las emisiones de CO2, considerando el proceso total, desde la obtención de la bioturbosina hasta la quema en las turbinas de los aviones”, destacó.
Ríos Jara refirió que los aviones que operen con la bioturbosina no tendrán que cambiar las piezas de la maquinaria pues pueden operar con normalidad.
El proyecto forma parte de la convocatoria Sener-Conacyt sobre Bioenergéticos y apoyado por el Fondo Sectorial de Sustentabilidad Energética.
El clúster cuenta con la participación de siete centros de investigación del Sistema Conacyt y del Instituto Mexicano del Petróleo, además de dos centros de investigación extranjeros y dos empresas.