Un hallazgo inesperado: Así encontraron al temible Carnotaurus

Para encontrar un dinosaurio no sólo se necesita paciencia. También hace falta tener suerte. A veces todo comienza con una llamada telefónica, como en esta historia real que te vamos a contar.

«He encontrado un hueso», dijo el hombre por teléfono. «Un hueso muy grande, más grande que cualquier cosa que haya visto hasta ahora».

No es muy frecuente que Néstor RubénCúneo reciba llamadas de este tipo. Pero cuando llegan, sabe que es tiempo de actuar. Néstor RubénCúneo vive en Argentina y es paleontólogo y director de un museo. En el país sudamericano se encuentran muchos de los principales yacimientos de dinosaurios del mundo.

Los paleontólogos son científicos que investigan a los animales y plantas de períodos prehistóricos de la vida terrestre. El Museo Paleontológico Egidio Feruglio (MEF), en la ciudad patagónica de Trelew, en el sur de Argentina, es conocido por su gran colección de fósiles de dinosaurios.

Su director, Néstor Rubén Cúneo, nos explica cómo se produce el hallazgo de un dinosaurio y su recuperación para poder exponerlo en un museo.

El hombre que llamó por teléfono para decir que había encontrado un gran hueso, allá por el año 1985, era el dueño de un campo en la provincia argentina de Chubut.

Los investigadores que respondieron a la llamada pensaron primero que lo más probable era que se tratara de un hueso de caballo o de una piedra con una forma similar a un hueso. Pero cuando llegaron al lugar del hallazgo constataron que efectivamente se trataba de un hueso de dinosaurio petrificado, es decir, un fósil.

Lo primero que se hace es señalar bien el lugar del hallazgo, dice Néstor Rubén Cúneo. Muchas veces se trata de lugares totalmente aislados y el hueso que asoma puede quedar cubierto al poco tiempo por tierra acarreada por el viento o piedras caídas en algún alud.

Luego se planea la excavación para desenterrar los huesos sin dañarlos. En este caso, se trataba de todo un esqueleto muy bien conservado. El trabajo se hace con picos y palas, sierras y mazas, pero también con pinceles para quitar con gran delicadeza la tierra más cercana a los huesos.

Los investigadores tienen que actuar con gran paciencia. La excavación avanza muy lentamente. «Según el tamaño del fósil puede demorar hasta tres años sacar a la luz un dinosaurio», explica Néstor Rubén Cúneo.

Luego puede tomar otros tres años volver a montar los huesos de la forma en que estaban dispuestos en el animal vivo. Muy pocas veces se encuentra un esqueleto completo. Frecuentemente sólo se halla un hueso suelto. Entonces hay que deducir cómo habrán sido los demás huesos.

A veces se los reproduce entonces de material sintético, para poder exhibir en los museos el hueso hallado dentro de todo el esqueleto.

Pero el hallazgo del que te estamos hablando, que se hizo en el campo de Ángel Sastre, era un caso especial, de mucha suerte. Se trataba de un esqueleto prácticamente completo de un dinosaurio carnívoro de seis metros de largo y tres metros de altura, desconocido hasta entonces.

Por poseer dos cuernos, como los toros, lo bautizaron Carnotaurus. Para recordar a quien lo encontró, se completó el nombre del dinosaurio: Carnotaurus sastrei. Había vivido hace 67 millones de años.