“Estamos interesados en entender cómo las plantas responden y/o toleran la limitación de agua, para ello utilizamos como modelos experimentales el frijol (Phaseolus vulgaris), y la Arabidopsis thaliana. En este camino que trazamos al tratar de responder la pregunta central, encontramos varias proteínas que se acumulan como respuesta a la falta de agua y seguimos trabajando para conocer cuál es su función, qué efectos tiene sobre la planta y cómo la ayudan, o no, a soportar las condiciones de limitación de agua”, explica la doctora Covarrubias Robles.
Dichas proteínas pertenecen a un grupo llamado hidrofilinas, que se encuentra en abundancia en las semillas secas. “Queremos conocer sus características para entender la biología de la respuesta a la sequía y evitar la generación de frutos para los que el exceso de hidrofilinas pudiera ser deletéreo o que pudieran tener algún otro efecto en otros organismos. En un estudio reciente, reportamos que la falta de una de estas proteínas, en plantas mutantes de arabidopsis, da lugar a plantas con menos frutos y, por lo tanto, con menos semillas, al ser sometidas a condiciones de sequía; sin embargo, si la planta produce más de esta proteína, entonces es capaz de tolerar mejor la sequía y producir más semillas. Eso nos dice que el potencial de las hidrofilinas, bajo ciertas condiciones, pudiera ser realmente importante e impactar en la producción de las semillas, en condiciones de limitación de agua”, menciona.
Según la doctora Covarrubias Robles, sus resultados indican que las hidrofilinas actúan protegiendo otras proteínas y, en algunos casos, los ácidos nucleicos, de los efectos que provocan la pérdida de agua en las células vegetales. Además, señaló que un posible efecto tóxico de su sobre-producción podría descartarse, dada su elevada abundancia natural en las semillas que comúnmente se consumen como alimento. “En un futuro, pretendemos comparar los niveles de producción de estas proteínas entre plantas resistentes y susceptibles a sequía, con la finalidad de evaluar su uso como marcadores de selección en el mejoramiento de cultivos de interés agrícola; así como, evaluar el efecto de su sobreproducción controlada en plantas genéticamente modificadas ante situaciones de sequía y, así, ayudar al campo mexicano a enfrentar las consecuencias del cambio climático”, concluye.