El proyecto de investigación es liderado por el doctor Maximino Luna Flores, en coordinación con Roberto Ruiz de la Riva, Pedro Zesati del Villar, José Hernández Martínez y Francisco Luna Ortiz, docentes investigadores de la UAA de la UAZ, con la participación de seis estudiantes que derivaron en el proyecto su tesis de titulación de licenciatura y maestría en ciencias en ingeniería en agronomía.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, el doctor Maximino Luna, profesor investigador jubilado, quien hasta la conclusión del proyecto, en 2015, fue miembro nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), expuso que uno de los detonantes para llevar a cabo este proyecto fue saber que en el estado de Zacatecas el maíz se ha sembrado desde hace más de 800 años.
“Hay evidencias de que desde el año 1200 en Zacatecas ya se cultivaba el maíz, lo que corresponde a 800 generaciones en las que los campesinos cultivaban en un clima que predomina como seco o semiseco. Es seguro que a través de los años fueran seleccionando maíces resistentes a sequía, porque la mayor parte de los años se presenta una muy notoria escasez del agua”, manifestó.
El doctor Luna expuso que a partir de ahí surgió su idea de estudiar estas variedades e identificar las más productivas, para mejorarlas genéticamente y con ello dar otras tres como resultado. Fue en 2005, cuando el equipo de investigadores colectó 27 diferentes muestras de maíz nativas de diversos municipios del estado de Zacatecas.
Selección y pruebas de las variedades nativas de maíz
“Estuvimos probando las muestras durante dos años. Las 27 variedades fueron sometidas a pruebas en siembras de campo con sequía y sin sequía. De ahí seleccionamos las tres variedades que más rindieron con sequía y tuvieron un pequeño contraste en relación con el rendimiento obtenido sin sequía”, describió.
Los siguientes dos años, del 2007 al 2008, el equipo de investigación hizo los estudios de morfología, fisiología y anatomía de las variedades generadas. Las pruebas anatómicas contabilizan la cantidad de estomas por donde las hojas de las plantas transpiran y obtienen dióxido de carbono (CO2) del aire.
Los estudios de morfología abarcan aproximadamente 50 características y consisten en registrar el color del grano, averiguar cuántas hojas tienen las plantas, qué altura alcanza la planta, cuántos granos tienen por mazorca, longitud y ancho de la hoja, qué tan propensas son a enfermedades o cuánta resistencia al viento presentan, etcétera.
Las pruebas de tipo fisiológico se realizan a nivel laboratorio; por ejemplo, la capacidad de germinación, la presión osmótica —el agua y las sales minerales que absorbe la raíz por la fuerza de succión de la planta—. “Se ha encontrado que esta capacidad se encuentra relacionada con la resistencia a la sequía”.
Mejoramiento genético de las tres variedades del maíz
El ingeniero agrónomo manifestó que de 2008 a 2010, el equipo de investigadores realizó el mejoramiento genético, consistente en dos ciclos de selección masal de plantas autofecundadas. La selección masal es un método que consiste en seleccionar las mejores plantas “con competencia completa”, tomar la semilla que producen y mezclarla para formar una nueva generación.
“Las variedades generadas fueron puestas otros dos años a prueba para conocer si de verdad rendían más que las variedades de las cuales las derivamos. Encontramos que las superan tanto en rendimiento de forraje como en grano. Obtuvimos 10 variedades mejoradas, pero tres presentaron un notable rendimiento”.
El doctor Maximino Luna expresó que, con apoyo de la UAA de la UAZ se produjeron 30 kilos de cada una de las tres variedades mejoradas, con la recomendación de multiplicarlas para repartir a los productores del maíz. “La intención principal es distribuirla entre los productores. Es posible que estas nuevas variedades, con el apoyo que requerimos, puedan ser puestas al servicio del público en el 2018”, concluyó.