El Vega, que toma su nombre de la segunda estrella más brillante del hemisferio norte y tiene la altura de un edificio de diez plantas, ha sido concebido para colocar cargas ligeras en órbitas bajas y dispondrá de una ventana de lanzamiento de 10.00 a 12.00 horas GMT del próximo lunes.
Adaptable a las necesidades del cliente, el cohete puede transportar hasta dos toneladas y media en su interior, aunque su carga de referencia es de 1.500 kilos trasladados a una órbita de 700 kilómetros de altitud.
La nueva nave espacial completa la oferta europea de lanzadores y se suma al Ariane 5, capaz de poner en órbita más de 10 toneladas, y los rusos Soyuz, que desde el pasado octubre también despegan desde Kurú y pueden distribuir entre 3,5 y 5 toneladas de masa.
Con este cohete, el acceso al espacio es "más fácil, más rápido y más barato", resume la Agencia Espacial Europea (ESA), matriz de un proyecto cuyo coste asciende a 710 millones de euros que financian Italia (58,4 %), Francia (25,3 %), Bélgica (6,9 %), España (4,6 %), Holanda (3,2 %), Suiza (1 %) y Suecia (0,6 %).
A los costes de desarrollo hay que añadir 400 millones de euros del programa VERTA, que correrá con los gastos de los 5 primeros vuelos del Vega.
El lanzamiento de "cualificación" del Vega, al que se ha denominado VV01, supone la culminación de casi una década y media desarrollo científico desde que el primigenio proyecto se iniciara en 1998.
Aunque el verdadero origen de la nave espacial hay que buscarlo en el programa San Marco que Italia utilizaba desde 1964 para poner en órbita pequeños satélites lanzados desde una plataforma en el océano Índico, cerca de Kenia, a bordo de cohetes estadounidenses Scout, un proyecto que se prolongó hasta el final de los años ochenta.
Después, llegó la iniciativa italiana para desarrollar un cohete capaz de transportar pequeños satélites, que terminaría absorbido por la ESA y que catorce años después permitirá lanzar una nave de 30 metros de altura, 3 de diámetro y 137 toneladas de peso.
El cohete está compuesto de cuatro fases, la primera de las cuales quema 88 toneladas de combustible sólido en los primeros 106 segundos mientras que la última, donde se aloja el "cerebro" del cohete en 20 metros cúbicos, es la única impulsada con carburante líquido.
En su interior, el Vega transportará nueve satélites, entre los que se cuentan el LARES (que estudiará parte de la teoría de la relatividad), el ALMASAt-1, de la Universidad de Bolonia (Italia) y otros siete dispositivos que forman parte del programa CubeSats y que han sido desarrollados por diferentes universidades europeas.
"Los CubeSats son una plataforma educativa ideal, que permite a los estudiantes de ingeniería adquirir experiencia práctica en el diseño, ensayos y operaciones de un sistema espacial real y de su segmento de tierra, a un coste accesible", explicó el responsable de la ESA del proyecto, Piero Galeone.
Es el caso del Xatcobeo, un "picosatélite" con forma de cubo de 10 centímetros de lado y 1 kilo de peso desarrollado por la Universidad de Vigo (España), en colaboración con el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), Retegal y el Ministerio de Ciencia e Investigación, gracias al trabajo de 32 doctores y 60 alumnos.
El diminuto satélite, cuya vida útil será de entre 6 y 12 meses y cuyo coste se eleva a 1,2 millones de euros, realizará una campaña de medidas de radiación de partículas de alta energía desde 300 hasta 1.450 kilómetros de altura, prácticamente en el anillo interior de Van Allen, que se considera una zona reservada para misiones científicas y casi vetada para los satélites comerciales por los daños que pueden recibir.
Su trabajo podría cristalizar en futuras aplicaciones que van desde la recepción de señales de vigilancia marítima hasta la configuración de redes de sensores terrestres o la captación de imágenes de media resolución para el control de incendios, según el coordinador del proyecto, Fernando Aguado.
Operado por el consorcio espacial europeo Arianespace y con un precio aproximado por lanzamiento de unos 32 millones de euros (42 millones de dólares), el Vega competirá con los rusos Rockot, Soyuz-1 y Angara, el ucraniano Dnepr, los estadounidenses Taurus y Falcon 1 o el indio PSLV, algunos de ellos todavía en fase de desarrollo.
Si el vuelo de inauguración se solventa con éxito, se abrirá el camino para un ritmo medio inicial de dos misiones cada año que podría incrementarse en el futuro.