A los 18 minutos del próximo 6 de agosto, el Mars Science Laboratory (MSL) de la NASA, mejor conocido como Curiosity, que despegó hacia Marte el 26 de noviembre de 2011, a bordo del cohete Atlas V 541, amartizará en el planeta rojo. En el proyecto participa Rafael Navarro González, del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN) de la UNAM.
El robot Curiosity, que busca la presencia de compuestos orgánicos en ese planeta, descenderá en un lugar más cercano al que se había considerado originalmente como su destino final. La elipse del aterrizaje se redujo. Ahora lo hará en un área de 20 kilómetros de ancho por siete de largo; antes se esperaba que lo hiciera en una de 25 kilómetros de largo por 20 de ancho.
Llegará a una región llamada Cráter Gale, que tiene una montaña en el centro, de cinco kilómetros de alto, llamada Sharp. Su primera tarea será acercarse a esta última tan pronto como pueda. El cambio de lugar para descender permitirá reducir el trayecto a la montaña hasta un mes.
En rueda de medios para dar a conocer los avances del proyecto, Carlos Arámburo de la Hoz, coordinador de la Investigación Científica, destacó que uno de los componentes importantes de esta misión a Marte la constituye la aproximación y el diseño experimental que de alguna manera fue generado con los resultados previos en el grupo de Rafael Navarro. “Esperemos buenas noticias en un poco menos de mes y medio”.
Por su parte, Miguel Alcubierre Moya, director del ICN, reconoció que esta alianza muestra que la ciencia es una actividad que no conoce fronteras y que se construye a partir de las colaboraciones de científicos de todo el mundo. El que este instituto participe en la búsqueda es un gran honor no sólo para la UNAM, sino para el país.
Navarro González explicó que uno de los equipos más grandes con que cuenta el robot es el Análisis de Muestras en Marte (SAM, por sus siglas en inglés). Se trata de un laboratorio químico móvil que permitirá analizar el suelo y buscar la presencia de compuestos orgánicos.
El científico universitario mencionó que cuenta con cromatógrafo de gases cuadripolar, que lleva seis columnas que le permiten la separación de una mezcla de compuestos en compuestos individuales.
Pesa alrededor de 40 kilogramos y es del tamaño de un horno de microondas. Permitirá estudiar muestras de la atmósfera y del suelo, que se podrán analizar de diferentes maneras.
El carrusel lleva alrededor de 74 tacitas en las que se tomarán las muestras del suelo. Cada una de ellas se utilizará una sola vez, se calentará el suelo desde temperatura ambiental hasta unos mil o mil 100 grados centígrados con el fin de liberar los volátiles o los compuestos orgánicos, para que puedan ser analizados directamente por el espectrómetro.
Sin embargo, para algunos experimentos sólo se hará combustión; se tomará el mismo suelo, se le agregará oxígeno y la materia orgánica se convertirá en bióxido de carbono. De esta manera, será posible saber si hay compuestos orgánicos a través de combustión.
En otro de los experimentos, abundó, se pondrá suelo de Marte en nueve tacitas, se les agregarán algunos solventes, se extraerán los compuestos orgánicos, que serán derivatizados para que sean volátiles y puedan ser analizados por el cromatógrafos de gases y espectrometría de masas.
Por su parte, Christopher McKay, investigador de la NASA, mencionó que el Gale tiene 150 kilómetros de largo y es un cráter de impacto viejo, que se cree estaba lleno de agua al principio de su historia. La montaña que se ve en su interior, de cinco kilómetros de altura, es pequeña para los estándares de Marte, pero es casi del mismo tamaño que el Pico de Orizaba, la más grande de México.
El científico estadounidense refirió que este viaje tomará dos años porque el robot se mueve lentamente, pues se controla desde la Tierra y las señales de radio a veces toman hasta 20 minutos para llegar de ésta a Marte.
McKay explicó que algunos datos indican la presencia de filosilicatos o arcillas y sulfatos. Los primeros se forman en el agua y se cree que son buenos para preservar materia orgánica. Los sulfatos también podrían indicar agua. “Esperamos encontrar la mayor cantidad de materia orgánica en la zona”, sostuvo.
Curiosity
El MSL o Curiosity es un vehículo robot, casi cinco veces más pesado que sus predecesores “Spirit” y “Opportunity”, que se lanzaron en 2003. El aparato, el más complejo que se ha enviado al planeta rojo, carga en su interior un laboratorio móvil para hacer pruebas en distintos puntos de la superficie y determinar si el ambiente de Marte fue, o es propicio para albergar vida microbiana.
Cuenta con un equipo montado a una altura similar a la de los ojos humanos, que le permite tomar fotografías y videos de alta resolución, además de localizar a la distancia sitios adecuados para la toma de muestras, que se obtendrán en el momento que escale la montaña cercana al sitio de amartizaje, o al recoger arena del suelo marciano con una pala.
Tiene seis ruedas con las que pasará sobre obstáculos de hasta 65 centímetros de altura. Podrá recorrer hasta 200 metros de terreno en un día. El aparato obtiene su energía de una fuente radioactiva, así que podrá funcionar de día y de noche, pues no depende de la energía solar.