Como parte de esta recreación, un astronauta ha clavado la bandera europea en un paraje rojizo y ocre muy parecido a Marte, pero que en realidad es nuestro propio planeta.
Hoy, la comarca de Riotinto, bañada por el río Tinto, ha vuelto a ser pionera, lugar donde hasta el próximo 30 de abril se lleva a cabo el proyecto europeo Moonwalk, la simulación de una aventura tripulada al planeta rojo.
Riotinto es lo más parecido al planeta Rojo que hay en la Tierra. Su suelo está protagonizado por compuestos de hierro, como la jarosita y los hematites, minerales que también se han hallado en Marte.
“El río Tinto pudo ser el Marte primitivo, por lo que conocerlo nos puede ayudar a explicarlo y saber más de él”, dijo el director de la misión y responsable científico del proyecto Moonwalk, Víctor Parro.
Desde que aterrizaron a las orillas del río Tinto hace una semana, los científicos del Centro de Astrobiología llevan a cabo los trabajos de preparación para la exploración marciana que se efectuará en los próximos días.
La exploración se seguirá en tiempo real de forma permanente desde el Centro Internacional de Control de la Misión, en Zaventem (Bruselas), incluido un retorno de entre 10 y 20 minutos de las comunicaciones, similar al que se produce en una conexión con Marte.
Uno de los principales objetivos de la misión es poner a prueba, por primera vez, la comunicación por gestos entre un astronauta y un robot, el pequeño rover de exploración YEMO, dotado con aspas en lugar de ruedas para poder trepar por las rampas marcianas.
El equipo científico lleva ya una semana probando los trajes espaciales, los instrumentos, el módulo de habitabilidad que podría usarse en un futuro o las comunicaciones que se necesitarían para mantener a los astronautas conectados con la Tierra.
A la misión en el río Tinto, le seguirá una segunda fase en la costa de Marsella, donde se llevarán a cabo ensayos bajo el mar, simulando condiciones de baja gravedad, igual a si se realizan actividades extravehiculares en la superficie lunar.
“Estas misiones nos van a llevar a aprender condiciones de vida extremas y el alcance de los prototipos que desarrollamos para cuando tengamos que llevar a cabo una explotación planetaria”, apuntó el responsable científico del Moonwalk.