Con un acento que deja entrever su paso por Inglaterra, donde realizó un doctorado en Astrofísica, Lizette es la única mexicana que pasa ocho noches al mes en el altiplano chileno para dirigir las observaciones que realizan 66 antenas a cinco mil metros de altura.
“Estoy trabajando con la evolución de la muerte de las estrellas, investigo la última fase de vida de las estrellas con proyectos que tienen tiempo de observación de ALMA”, comentó la astrónoma nacida hace 30 años en Saltillo, capital del norteño estado de Coahuila.
Detalló que “estamos tratando de encontrar campos magnéticos, discos, formación de planetas cuando las estrellas ya se están muriendo. Son estrellas que en la última etapa de su vida están pulsando mucho, entonces estamos viendo cuanta masa eyectan”.
Pero su historia con el Universo, el cielo y las estrellas comenzó cuando cursaba su educación secundaria en Saltillo, donde se dio cuenta que la física y las matemáticas eran sus ramos preferidos y que la astronomía podía ser su futuro.
“No sabía bien lo que significaba ser astrónomo, sólo eran las estrellas, la Luna y el cielo. Mi idea de astrónoma en esa época era poner en órbita satélites, calcular cómo el satélite se pone en órbita alrededor de la Luna o la Tierra”, recordó.
Con el interés al máximo por el cielo, las estrellas y el enigmático Universo, y sin tener a nadie ligado a esa rama del conocimiento en su familia, Lizette averiguó que para ser astrónoma debía estudiar la carrera de Física y después hacer una maestría y un doctorado.
“En Saltillo no había carrera de Física, entonces me fui a la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y durante el segundo año hice una escuela de verano de Astrofísica en la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) y ahí me encantó, me enamoré y sentí que yo era de ahí”, dijo.
Apuntó que “tras los cuatro años de Física me fui a hacer una maestría de dos años a la UNAM. Luego, gracias a una beca del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), me fui en 2009 a Inglaterra a realizar un doctorado en Astrofísica”.
Establecida en Londres por cuatro años, y aún inquieta por ampliar su conocimiento, “hacia fines de 2012 apliqué para entrar a un postdoctorado de cuatro años. Tenía muchas opciones en Inglaterra, Europa y Estados Unidos, pero yo quería entrar a ALMA, en Chile”.
Señaló que “desde la maestría que estoy trabajando en radio e interferometría y cuando me ofrecieron este trabajo en ALMA obviamente lo tomé y me vine a Chile”, en lo que sería su primera estadía en América del Sur.
Lizette llegó en abril de 2013 a Chile para trabajar en el observatorio Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), cuyas instalaciones están ubicadas en las cercanías de San Pedro de Atacama, mil 670 kilómetros al norte de Santiago.
Se trata de 66 antenas ubicadas en el Llano de Chajnantor, en pleno desierto de Atacama, las cuales observan el Universo usando la luz en ondas milimétricas y submilimétricas, entre la luz infrarroja y las ondas de radio del espectro electromagnético.
“Cuando estoy en ALMA, ocho noches al mes, trabajo 11 horas en el cuarto de control. Allí se realiza el plan de observaciones y debo checar si éstas se hicieron bien o no. Se hace un análisis de datos rápido, se revisa el clima, si las antenas estén bien”, precisó.
Fanática en México del club de futbol Tigres y en Inglaterra del Manchester United, Lizette lleva recién un año de los cuatro contemplados en su contrato con el European Southern Observatory (ESO) para que trabaje en las instalaciones de ALMA en Chile.
Las operaciones de ALMA son conducidas en nombre de Europa por ESO, mientras por Norteamérica está el Observatorio Radioastronómico Nacional (NRAO) y por Asia del Este el Observatorio Astronómico Nacional de Japón (NAOJ).
“Durante tres años mi tiempo es 50 por ciento para el observatorio y 50 por ciento para ciencia y el cuarto año puedo hacer 100 por ciento ciencia y nos sugieren que nos regresemos a cualquier estado miembro de la ESO en Europa”, comentó.
Lizette, sin embargo, no descarta quedarse en Chile para trabajar ese cuarto año en ALMA, cuyas instalaciones son muy requeridas por los astrónomos porque el cielo submilimétrico es algo que nunca se había explorado.
Reconoció que tener una pareja sentimental “es complicado”, porque se encuentra en una etapa de su vida donde la prioridad es su carrera profesional, la cual es muy demandante de tiempo.
En cuanto a la posibilidad de regresar a México, la astrónoma reconoció que “volveré cuando tenga un grupo de colaboración donde tenga acceso a telescopios importantes, que pueda seguir haciendo ciencia de primer mundo, de lo contrario, no tiene caso”.
Mientras, Lizette seguirá viviendo entre Santiago y ALMA por al menos los próximos dos años, con la esperanza puesta en las investigaciones que permitan desentrañar el misterio en torno a la muerte de las estrellas, todo visto con ojos mexicanos desde Chile.