“Bésame mucho” en el Día Internacional del Beso

El 13 de abril se celebra del Día Internacional del Beso, una fecha para celebrar con un estallido sutil de los labios en la mejilla del otro, a una distancia a veces prudente, o con ganas de agujerear su cara, pero también con besos que pertenecen a otro género y que se dan con deseo hasta que falte la respiración.

A pesar de celebrarse a nivel mundial, el Día Internacional del Beso no ha sido reconocido por la Unesco, pero su historia comenzó el 2013, cuando una pareja de origen tailandés obtuvo el récord del beso más largo del mundo, con un tiempo de 58 horas, 35 minutos y 58 segundos, durante los cuales sus bocas estuvieron unidas.

El beso ha sido y es protagonista en todas las artes, la literatura, la poesía, la pintura, la música o el cine, con más o menos éxito, pero en todas sus facetas, se cuentan por miles las escenas o melodías inolvidables que logran erizarnos la piel y desear introducirnos en una historia ajena.

LIBERACIÓN DE HORMONAS DE PLACER Y ALEGRÍA.

Aunque también el beso tiene su parte racional y científica que sabe eliminar con bisturí las sensaciones románticas que nos trasportan al cielo. En cuanto a los músculos, cuando besamos utilizamos hasta 36, y el músculo del corazón pasa de un estado de reposo a acelerarse en sólo breves instantes.

Además, la acción de besar produce una liberación de hormonas, tales como la oxitocina, cuya función es la de promover la interacción social y sentir emociones positivas; la dopamina, también llamada “hormona del bienestar”, que actúa favoreciendo el sentimiento de alegría y placer, y la serotonina, que ayuda a mantener en equilibrio los estados de humor.

En su ejercicio, también la saliva de los humanos interviene en ese estado de enajenamiento, ya que contiene hormonas sexuales como la testosterona, y la mucosa de la boca es sensible a estas hormonas que nos permiten reconocer si esa otra persona realmente nos atrae sexualmente.

EL BESO EN LAS ARTES.

“Hay besos que pronuncian por sí solos 
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria”.
(Gabriela Mistral (1889-1957)).

Millones de palabras han sido creadas para ensalzar el beso. Una bonita historia es la que cuenta el poeta español Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870) en su leyenda “El beso”, ambientada en Toledo y publicada por primera vez en la revista “La América”, el 27 de julio de 1863. En este caso es un beso imposible a una estatua de mujer de la que un soldado se enamora durante una noche de borrachera.

El cine ha sacado máximo provecho a estos besos enamorados con escenarios que intensifican la pasión de la pareja elegida, para conseguir efectos que aportan dramatismo o sensualidad.

Se ha utilizado, por ejemplo, la lluvia, y en el caso de la inolvidable película “Desayuno con diamantes”, Audrey Hepburn y George Peppard se besan apasionadamente bajo un intenso chaparrón que empapa sus similares gabardinas e, incluso, al gato que ella sostiene entre sus brazos.

En la película “El guardaespaldas” Whitney Houston y Kevin Costner juegan con una katana, que podría ser un símbolo erótico, antes de darse su primer y apasionado beso.

EFECTOS ESPECIALES PARA AVIVAR PASIONES

Kate Winslet y Leonardo Di Caprio en “Titanic” tienen el mar como fondo sugerente y, al final, traicionero escenario, que aviva la pasión de la pareja sin salir del gran y legendario barco.

De los besos más triste en la historia del cine, los de Ali MacGraw y Ryan O´Neal en la película “Love Story”, en la que después de haber disfrutado de un sinfín de besos, ella muere enferma de cáncer. Fue difícil no llorar tras esta sucesión de escenas tan intensas y dramáticas.

Deborah Kerr y Burt Lancaster convirtieron el beso en una apasionada escena del filme “De aquí a la eternidad”, donde, entre el mar y la arena, dieron rienda suelta a un ardiente idilio que rozó con el escándalo. En la cala de Hawai donde se rodó, todavía es recordada la singular escena.

Dos de los actores más atractivos del cine de mediados del siglo pasado, Grace Kelly y Gary Grant, fueron protagonista de uno de los besos más míticos del cine en “Atrapa a un ladrón”.

A pesar de las desavenencias en la vida real entre Clark Gable y Vivien Leigh, el beso protagonizado por los dos actores en “Lo que el viento se llevó” hizo historia y les proporcionó a ambos un buen puñado de Óscar en la gala de 1939.

En la filmografía infantil, el beso entre “La dama y el vagabundo”, clásico de Disney de 1955, los dos simpáticos perros acercan cálidamente sus labios hasta darse el que posiblemente se convertiría en el primer beso cinematográfico para muchos niños y, quizás, inolvidable.

Y el beso para despedir a todos los besos, incluso los que se han quedado en el tintero, el que separó finalmente a Ingrid Bergman y Humphrey Bogart con un “Siempre nos quedará París”, al concluir su historia de amor en un triste aeropuerto de Casablanca, ciudad marroquí y homónima del filme.

Isabel Martínez Pita