Algunos medios económicos han llegado a publicar que desde el año pasado el precio del ajo se ha multiplicado por 50, una cifra quizá hiperbólica pero que da idea de la pasión desatada por esta hortaliza en el gigante asiático.
En los mercados callejeros tradicionales de Pekín, los ajos se venden por piezas y el precio oscila alrededor de los tres yuanes por el medio kilo, aunque en los supermercados el costo se dispara hasta los 6 yuanes.
"Por esta época, el año pasado se pagaba el 'jin' -equivalente al medio kilo- a 40 centavos de yuan y actualmente se han llegado a pagar 7 yuanes por kilo", explica Guo Ban, analista de la consultora china BOABC, especializada en agricultura.
Para Guo, el fenómeno del ajo se explica por tres factores: la escasa oferta de este año, la psicosis a raíz de la gripe A y la entrada de dinero de grandes inversiones en el sector.
"2009 ha sido un año de poca producción. Después de las cantidades récord alcanzadas en 2007 y 2008, los campesinos redujeron la superficie de cultivo y cayó la cantidad".
La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) sitúa a China como principal productor mundial de ajo con casi dos millones de toneladas, multiplicando por veinte las cifras de India, la siguiente clasificada.
Según estimaciones, en 2007 la superficie total de terreno en el país destinada cultivo de ajo era de 673 mil 300 hectáreas, mientras que el año pasado la cifra descendió a casi la mitad, 366 mil hectáreas, concentradas en la mitad norte del país, por encima del Río Amarillo.
No obstante, comerciantes y analistas coinciden en apuntar la aparición de la gripe A como el impulso definitivo para esta "fiebre del ajo".
Los rumores esparcidos -interesadamente o no- acerca de las propiedades preventivas del ajo elevaron el interés de los consumidores y, en consecuencia, el precio del objeto de deseo.
A pesar de que ni la Organización Mundial de la Salud (OMS) ni ningún análisis científico apoye la tesis, la creencia popular, que en China se mezcla con la milenaria medicina tradicional, ha sido más que suficiente para elevar el remedio casero.
De hecho, el propio Ministerio de Salud chino salió esta semana al paso desmintiendo cualquier propiedad curativa del ajo, después de que en la última semana hasta 126 chinos murieran tras sufrir la temida gripe.
Siguiendo el progresivo ascenso, los fondos de inversión que florecen en el país -voraces después del plan de estímulo del gobierno chino, que repartió liquidez y más de medio billón de dólares para relanzar la economía- olisquearon el negocio.
El periódico oficial China Daily, a través de su columnista estrella Liu Shinan, denunció la responsabilidad de "los intermediarios, que se llevan la mayor parte de las ganancias extras generadas por la subida de precios y dejando sólo a unos pocos agricultores ganar un poco de dinero".
Después de un año glorioso, los especuladores chinos, que habían hecho su agosto almacenando camiones repletos de ajos y limitando el suministro, parece que tendrán que buscar otra vía de negocio.
Los expertos asumen que, debido al duro invierno chino, el precio se mantendrá a corto plazo pero consideran que el techo ya está prácticamente alcanzado, por lo que vaticinan que a medio plazo va a volver a un precio razonable.
"El ajo es sólo un ingrediente más para el plato, no una verdura de consumo básico y cotidiano, así que si el precio se encarece en exceso, la gente va a reducir su consumo", concluye Guo.