Desde que en abril pasado la Cámara de Diputados comenzó la discusión de una ley que mañana culminará su tratamiento parlamentario en el Senado, fueron evidentes las transformaciones culturales que se vivieron en el país.
Los pañuelos verdes, por ejemplo, se transformaron en un símbolo de apoyo a la legalización del aborto y ahora en las calles de todo el país se lo ve amarrado en mochilas, cuellos y puños, atado a la cabeza, colgado en ventanas, en negocios, en autos y hasta en monumentos.
Gracias al debate, se entendió que la ley de interrupción voluntaria del embarazo se refiere a “personas gestantes” porque además de las mujeres también se embarazan los hombres trans, lo que rompe con la sexualidad binaria “hombre” y “mujer” impuesta durante siglos.
También se popularizó el lenguaje inclusivo que modifica el discurso escrito para hablar de “todxs” si se quiere referir a todas y todos, o “todes”, para incluir a las personas que se autoperciben como parte de otros géneros, no masculino ni femenino.
En estos cuatro meses, colectivos de escritoras, periodistas, científicas, actrices, médicas, editoras, productoras, locutoras, docentes, fotógrafas y bailarinas, entre muchos otros, juntaron firmas, hicieron festivales, performances, recitales de poesía, marchas, pañuelazos.
Todas estas actividades pusieron a una sociedad en movimiento para reclamar un derecho, a lo que se sumó el fin del aborto como tema tabú en las mesas familiares, lo que en sí mismo ya implica un profundo cambio cultural.
En Argentina, declararse feminista se convirtió cada vez más en motivo de orgullo, cuando hasta no hace mucho había que decirlo en voz baja, con dudas.
Las feministas de larga trayectoria o recién llegadas a la militancia activaron campañas permanentes en redes sociales, salieron a protestar, repudiaron campañas publicitarias machistas, hicieron giras por las provincias y participaron de todo acto en favor de la legalización del aborto.
Además, hubo un efecto contagio en América Latina, ya que después de que el 13 de junio la Cámara de Diputados aprobó la legalización, se reforzaron las campañas por el aborto legal, seguro y gratuito en el resto de la región.
El debate fortaleció el sistema democrático en Argentina y evidenció a muchos senadores y diputados que rechazan la legalización del aborto y se rigen más por sus creencias religiosas que por el respeto al Estado laico, pero serán puestos a prueba en las urnas en las elecciones legislativas del próximo año.
Una mención especial merecen las estudiantes de los colegios secundarios que se convirtieron en protagonistas de esta pelea por la legalización del aborto, ya que tomaron la palabra y emocionaron al demostrar madurez, preparación y compromiso.
Por todo esto, aunque se vislumbra un voto mayoritario negativo al proyecto en el Senado, el movimiento feminista confía en que si no es mañana, será pronto, pero en Argentina habrá aborto legal.