Estos pueblos creían que los muertos continúan viviendo felices en Mictlán, un lugar nada tenebroso para las almas, y que una vez al año retornan al hogar de sus parientes en la Tierra, para visitarlos.
Así es que ese día es una fiesta de reencuentro y no tiene nada de triste. Las calaveras bailan y cantan y los parientes, para agasajarlas, preparan ricas comidas y decoran las casas con alegría.
Para representar esta visita de los que han muerto, se utilizan máscaras de calaveras y disfraces de esqueletos, se canta y se baila, se come coloridos panes y golosinas con forma de calavera y se llena las casas de flores. (DPA)