En la sala en la que acostumbra a desfilar en el Grand Palais, la penumbra recibió al público que sólo podía vislumbrar unas grandes estructuras metálicas sobre la pasarela y unos andamios exteriores que albergaban unos tenues focos de luz blanca.
Como viene siendo habitual en él, la instalación reveló su verdadera naturaleza cuando empezaron a sonar las primeras notas musicales.
Se encendieron varías líneas metálicas que dibujaron triángulos, los cuales, como aspas de molino, rotaron para despejar el camino a las modelos.
Fue entonces cuando apareció el primer diseño que ya avanzaba algunas líneas de la colección: se trató de un vestido de minifalda, brillante, con un pronunciado escote en "V" que descendía hasta debajo del esternón, y unas hombreras que sobresalieron rectas sobre el brazo descubierto.
Este patrón, con un soplo de ciencia-ficción, se declinó a lo largo del desfile en prendas con manga larga, en color dorado o en cuero rockero.
El otro derrotero por el que se encaminó Slimane fue el de las americanas largas de hombreras "ochenteras", que trabajó tanto en la seriedad de la raya diplomática, como en la fantasía de las líneas que brillaron por las lentejuelas.
En ocasiones, las chaquetas construyeron un traje con los adorados pantalones pitillo de Slimane, que subieron casi hasta el ombligo, y que se llevaron con una estética rigurosa de camisa blanca y corbata fina negra o pajarita.
El modisto franco-italo-tunecino, afincado en Los Ángeles (Estados Unidos), está acercando su línea femenina al "look" andrógino que tan buenos resultados le ha dado en la moda masculina.
No obstante, ha continuado con sus vestidos cortos que serán con vuelo o, por el contrario, ajustada minifalda, para la próxima primavera-verano.
Otra constante de la colección de Saint Laurent fue la asimetría que dejó un hombro al descubierto y cubrió con un voluminoso relieve el otro.
El tirante solitario se construyó sobre volantes, como un vestido de sonido flamenco en frambuesa con trazos cortos negros, o como golilla desmesurada sobre un original modelo de cóctel.
Los labios rojos, que contaron también con una versión en lentejuelas, se unieron para dar vida a un estampado.
La imitación de piel de tigre recubrió las solapas de una chupa de cuero y evolucionó en rojo brillante en un vestido anudado con un lazo negro en la cintura.
"Me ha encantado", exclamó en declaraciones a EFE la actriz mexicana Salma Hayek, esposa de François-Henri Pinaud, presidente del grupo Kering al que pertenece Saint Laurent, a propósito de la colección.
El cantante y compositor estadounidense Lenny Kravitz fue uno de los invitados al desfile, entre los que también se encontraban el diseñador Jean Paul Gaultier o la directora de la revista de moda "Vogue", Anna Wintour.
Hace un año que Hedi Slimane presentaba su primera colección para Saint Laurent y desde entonces ha dado mucho de qué hablar.
Sus detractores consideran que se ha alejado de la herencia de la casa y que su diseño se asemeja al de las empresas de distribución de precios asequibles y no al que se espera de una casa de renombre.
El modisto cuenta con el apoyo, entre otros, de la influyente Wintour y de una repercusión en la calle que demuestra que sus prendas gustan.
Con esta quinta colección, Slimane deja claro que quiere seguir por el camino que ha emprendido en Saint Laurent. (EFE)