"No tengáis miedo de enseñar los dientes. Mirad al público. Estad superfelices", era la indicación que recibían las modelos antes de saltar a la pasarela del desfile con el que la firma catalana Desigual rubricó su internacionalización en la primera jornada de la Fashion Week de Nueva York, a pocos días de la apertura de su tienda en la emblemática Quinta Avenida.
Happy, mediterranean, chic es el título de la colección que, con 46 diseños, ha roto la solemnidad sin pudor en las carpas del Lincoln Center y que, en palabras del director de la marca, Manel Jadraque, es "la más moderna y 'trendy' que hemos hecho nunca".
"Es happy, porque es el espíritu de la marca. Positivismo, energía, optimismo... Es mediterránea porque somos de Barcelona, traemos el sol y el mar. Y es chic porque, en cuanto a las formas y materiales, es la colección más sexy que hemos hecho", aseguró Jadraque en una entrevista con Efe.
Con una concurrencia en la que estaban celebridades como Isabella Rossellini, Ana Boyer o la hija de Andie MacDowell, Sarah Margaret Qualley, Desigual hizo bailar a sus modelos (entre las que coló a tres chicos), que lanzaban besos a los asistentes, que chocaban sus manos al cruzarse y que iban calentando una fiesta con ecos de Saint Tropez o Ibiza.
Entre ellas destacó la sudanesa Ataui Deng y, como todas las fiestas, empezó algo tímida, jugando con estampados en blanco y negro, para ir desmelenándose hacia la fantasía colorista por la que Desigual ha apostado desde sus inicios, allá por 1984, cuando los hermanos Christian y Thomas Meyer la fundaron bajo un lema inspirado por Isabel Coixet.
"Los gráficos definen Desigual, sin duda, pero vais a ver un nuevo Desigual. Con ese uso de los gráficos pero más tranquilo, más sutil, más elegante", aseguró Jadraque, que explicó este cambio como "una evolución natural" aunque han tenido en cuenta los gustos del público estadounidense. "Aquí obviamente presentamos la parte más 'trendy' y más moderna", añadió.
Pamelas, vestidos de cóctel, gafas de sol, faldas que casi son pareos, y tejidos frescos. Mucho algodón, pero también sedas vaporosas que hacen que la colección sea más verano que primavera, más playera que floral. Tejidos brillantes y mates, asimetrías, y un horror vacui que, lejos de agobiar, tiende a lo natural y lo liviano.
Solo un paso más allá de la comodidad que vende en la tienda, del tótum revolútum que no teme mezclar la jungla con la dolce vita, la sofisticación con lo salvaje, una burla a la congruencia que les ha hecho populares, el "no es lo mismo" que le llevó a tener firmas invitadas tan prestigiosas como Christian Lacroix, quien les diseñó una línea en 2011.
Es esa clara vinculación con la marca y no con el creador la que les ha hecho decantarse por Nueva York y no por París o Milán para su primera aventura internacional.
"Nueva York es más 'street', más para marcas como nosotros. Es la más internacional. Es el lugar en el que teníamos que estar", reconoce Jadraque.
Actualmente, con 14 tiendas en Estados Unidos, cinco de ellas en Nueva York, con un almacén en Nueva Jersey (el tercero tras Barcelona y Hong Kong) y con el país de las barras y las estrellas como su quinto mercado gracias a los 60 millones de dólares facturados en 2012, Desigual apuesta fuerte por la estrategia comercial al estilo americano.
Y hoy, con 400 medios acreditados en el desfile, los barceloneses demostraron que hasta en su puesta de largo, se puede apostar por ir de corto y despedirse con una capa de naranja que rece su lema de que "La vida es chula".
Desigual ha compartido cartel hoy con el habitual inaugurador de este Semana de la Moda, BCBG de Max Azria, que ha cautivado con sus estampados florales y su revisión de las líneas tradicionales, y mañana están programados los desfiles de Nautica, Rebecca Minkoff, Nicole Miller, Mark and Estel o el despliegue de moda de Argentina, elegida marca-país de esta edición. (EFE)